Capítulo XV- Día de pinta(Final).

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Como era sabido, Karla no me llevaría a casa con ese horrible aliento alcohólico que me cargaba. Le habló a mi madre diciendo que me había quedado dormida después de tanto ajetreo y que lo mejor era que me quedara en su casa. Todos se marcharon y yo la verdad que no tenía humor de ver a nadie… Estaba tan apenada con Peter, ¡Pobre!... Se marchó a casa con los zapatos malolientes a mis fluidos gastrointestinales. ¡Maldito alcohol! ¡Nunca volveré a tomar!- me repetía- ¡Mi vida no podía ser peor! ¡Arruinada por una botella de vino! ¿Cómo lo vería ahora? ¡Si me daba pena hacerlo por negarle un beso….Ahora, siendo una vomitona, con más razón!

Esa noche no pude dormir… a pesar de lo volcada y asqueada que me encontraba, era peor el remordimiento y la agonía… La vergüenza que me causaba pensar en lo ocurrido.

Al día siguiente, muy por la mañana mis padres pasaron por mí para ir a casa de la abuela. Me estuve escondiendo por cualquier pasillo con tal de no tener la desdicha de encontrarme a Peterpor una ventana y tener que decirle lo apenada que estaba por la situación anterior. Ni siquiera me había disculpado… En cuanto descargué mi estómago en sus  botas negras de gamuza, salí corriendo a la habitación de Karla. ¡Fui como siempre la cobarde que sabía ser!

Para mi alivio ese día no estuvo en su casa, o así lo pareció. No vi ninguno de los carros de sus padres, ni el que solía usar él.

Tampoco estaba muy lista para verlo en el colegio… Pero después de mi semana de faltas, no tenía derecho a ni una más y mi madre ya me lo había puesto muy en claro.

~

Entré después de mucha preparación psicológica a la escuela. Entre los pasillos parecía todo normal, como si nada hubiera pasado, como si nadie lo supiera. Fue hasta que pasé al salón de clases cuando ocurrió mi vergüenza.

-¡Hola Kendra! ¿Qué tal tu estomago? – Llegó diciendo cizañeramente Mielany.

Volteé la cara sin prestarle atención y seguí caminando hasta la parte de atrás a mi lugar. Todos me miraban de reojo y reían después de voltear la cara. Llegó Karla como siempre, entusiasmada y avisando que habría junta de maestros así que saldríamos muy temprano. Solo tendríamos las dos primeras clases y luego ¡Adiós!- Parecía que Dios no se había olvidado de mí después de todo-

Las dos horas que tenía que estar ahí pasaron tan lento que no veía diferencia salir cuatro horas antes. Karla no dejaba de hablar a lado de mí sobre lo bien que la había pasado en mi cumpleaños.

Al otro extremo del salón estaba Peter, que parecía no haberme dirigido ni la mirada desde que llegué. Me achiqué en la banca de solo pensar en ello y recosté mi rostro en la mesa para continuar fingiendo que escuchaba a mi mejor amiga.

La cabeza se sentía como una bomba a punto de estallar, no quería estar en ese lugar. Esa aguja que se clavaba en mi corazón cada que miraba de reojo a Peter era cada vez más dolorosa.

Tocaron el timbre anunciando que se terminaba la última clase del día. Suspiré como diciendo que ese sonido sabía a gloria. Me levanté de la mesa y Karla iba a mi lado, de pronto Malcom le hablo y ella se adelantó para alcanzarlo. Caminé con pasos de tortuga… Como arrastrando las cadenas de un esclavo. Muy a mi pesar, a si era como me sentía, pero de alguna manera tenía que llegar a casa.

Para mi sorpresa hubo una mano que me detuvo por el brazo, me volví hacia quién me sostenía y me di cuenta que era él… él más guapo de toda la historia.

-¿Peter? ¡Hola!- Le saludé mientras me pasaba el cabello detrás de la oreja.

-¿Qué tal? ¡Veo que te ha gustado mi regalo!- añadió al ver que llevaba la cadena con el dije colgado al cuello.

ஐ MI PRIMER BESO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora