Capítulo XIII- 14 de febrero.

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Unos días más tarde, no había tenido oportunidad de hablar con Peter a solas, solo saludos ocasionales en los pasillos y cosas cordiales a lo lejos.

Empezaba a relucir el ajetreo del día del amor y la amistad por las cartitas y regalos que paseaban por doquier en toda la escuela, ya había llevado mi bolsita como cada año para tener como llevármelos a casa. Y así era, había recibido unas cuantas notitas y paletas, chocolates por parte de algunos chicos y chicas de mi salón y de otras aulas, excepto por parte de Peter. Era increíble ver como después de tantos obsequios, solo te importara el de uno. Mi corazón sentía una presión horrible al ver que esa mañana ni siquiera le había visto como de costumbre en la entrada de la escuela. Casualmente llegábamos a la misma hora.

Suspiraba dejando salir mi pena cada cinco minutos y sentía un nudo en la garganta que no me dejaba pronunciar ni una sola palabra. Faltaba poco para que mis ojos se llenaran de lágrimas cuando llegó Karla entusiasmada con un oso gigante de peluche que le había regalado Malcom. Pensé, -¡Sí Karla! Adelante, ráscale a la herida- Pero después esquivé mi pesimismo poniendo en claro que mi amiga no tenía la culpa de que yo fuera una inexperta y recatada niña de quince años.

Antes de que siguiera alardeando de lo bien que la pasaba con su novio, interrumpió un estruendo en toda la escuela. El festival de la amistad estaba a punto de iniciar. Nos llamaron a todos en el pabellón de la escuela. Salimos de los salones para ver el espectáculo, que aunque no tenía muchos ánimos, quería saber quiénes serían los rifados en la cesta éste año.

Pasaron uno a uno los niños más guapos y cotizados del colegio. Me quedé helada al ver que Peter estaba entre ellos. Vestido con un esmoquin negro y corbata roja, con una cesta de comida colgando en sus manos. Ruborizado por la atención de todas las chicas que le gritaban piropos algo escandalosos. El director pidió silencio y entre cuchicheo y cuchicheo el ruido se fue apagando. Así fue como inició la subasta. Deseaba tanto comprar a Peter, quién me miraba de vez en cuando insinuando querer pasar un tiempo conmigo. Para mi mala suerte dejé el dinero sobre la cama, así que me sería imposible correr hacía mi casa y regresar, así que decidí ver con dolor quién era la maldita que se quedaba con el placer de pasar todo el día a su lado.

Mi pecho se salía y sentí un aire helado recorriendo mi cuerpo al escuchar, ¡Vendido a Melany a la una…a las dos….Y a las tres! -¡Maldita, maldita, mil veces maldita!- Pensaba sin cesar. Mielany estaría encantada de pavonearse por todos lados con Peter, ¿no se cansaba de ser rechazada después de que ella lo había engañado? Bajé la mirada después de ver la cara de decepción al no ser comprado por mí de Peter. Ese día se había perdido mi esperanza entera de hablar con Peter nuevamente, seguro Mielany lo engatusaría. Al fin y al cabo ella sabía otras cosas más que besar.

Más tarde se celebraría el baile del amor y la amistad en honor al mismo día. Pensé tantas veces en que no iría pero Karla me jaloneó diciendo que no sería lo mismo sin mí. La culpa era mía por no decirle a Karla lo mal que me sentía por no decirle a Peter lo mucho que me gustaba y además por ser tan estúpida y celosa.

Tenía tantos malos presentimientos de ese día, pero  solo por complacer a mi amiga acepté ir con todo y rabietas internas. Me puse un vestido equis, realmente ese día no quería resaltar. Dejé mi cabello húmedo y sin peinar. No me maquillé ni siquiera un poco.

Cuando llegamos al colegio, todos estaban en sus mejores ropas, ese día si no tenía pareja seguro la encontrabas. Todos menos yo, que no iba con humor alguno de ser vista por alguien. Ni si quiera por mi sombra. Cómo era previsto, Karla se fue de garrapata con Malcom, fue cuando me invadió el pensamiento de haber cometido un error al estar en ese lugar. Me senté en la hilera de los olvidados y esperanzados a ser sacados a bailar. Entre tanta gente pude ver a Peter con Mielany, quién lo jaloneaba para adentrarse en la pista de baile. Ella después de varios minutos lo logró, mis ojos se pusieron llorosos llenos de rabia con ellos y conmigo misma. Interrumpió mi agonía Bryan, un chico alto y promedio del mismo año pero diferente clase. Me invitó a bailar, miré hacia dónde estaba Peter y Mielany y lo jalé a la pista sin contestarle nada para ponernos a su lado y que nos vieran.

Comenzamos a bailar con movimientos rápidos, pero de un momento a otro la música fue más lenta. Bryan me abrazó pegándose a mí y yo solo por despecho y a sabiendas de que Peter nos observaba con enojo me enrollé a su cuello con mis brazos sonriendo hipócritamente. Unos minutos más tarde sentí como Bryan me daba un beso en la mejilla, y por el coraje que sentía cerré los ojos esperando que me besara.

Peter nos apartó y comenzó a preguntarme - ¿Enserio  vas a besarle? ¿Lo harás?-

-¡Sí Peter! No tengo porque darte explicaciones.  ¡Vete con tu cita!

-¡Ella no es mi cita! Sabes que tengo que hacerlo por obligación. Ella me ha comprado. ¡Sí te afecta tanto pudiste haberme comprado tú!

-Pues… Pues… -Titubeé sin saber que decir y salí corriendo de ahí a toda marcha. Le dije a Karla que quería que me llevara a casa de la abuela y así lo hizo sin preguntarme nada, pues ya había visto todo el espectáculo. Lloré sin parar esa noche. Eso era todo lo que sufriría. La próxima vez que viera a Peter lo besaría sin decirle ni una sola palabras, haría lo que tenía que hacer para lograrlo. 

ஐ MI PRIMER BESO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora