Capítulo 18

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Capítulo 18


Eran las diez y media la mañana cuando lo vi llegar. Bajó del coche, sabiendo que lo estaba observando desde la ventana de mi habitación. Bajé las escaleras sintiendo como el corazón se me iba a salir del pecho. Abrí la puerta y ahí estaba él, tan guapo como siempre, esperándome con un ramo de margaritas.


-Recuerdo que eran tus favoritas.


-Tienes buena memoria.


Se sonrojó. Joder. Y que guapo estaba sonrojado.


Estaba nervioso. Y eso me tranquilizaba, porque yo también lo estaba.


Nos subimos en sus coche y por más que le pregunté a donde nos dirigíamos no soltó prenda.Me ofreció conectar mi movil ejercer de Dj. Puse lo primero que apareció en mi lista. All this love de JP Cooper. Yo tenía todo el amor del mundo para dárselo. O al menos eso esperaba.


Detuvo el coche por fuera de una nave industrial. No tenía ni idea de donde estábamos.


Sí, sé que ahora estarás pensando, para ser una aficionada a series de crímenes no eres muy avispada. Lo admito, pero confiaba en aquel hombre.


-¿Donde estamos?- Pregunté mirando por la ventana.


- ¿Del 1 al 10 cuanto te gusta resolver casos?- Soltó una carcajada al ver mi cara de antoninita.


Bajó el coche y lo rodeó para abrirme la puerta- Nuestra primera parada es un Scape room.

Tengo que reconocerte que aquel hombre sabía tocarme la fibra.


La experiencia fue una pasada. Jugamos con un grupo de cuatro personas más. Teníamos que resolver ciertas pistas para resolver el asesinato de un Duquesa. Gerald en todo momento tenía sus ojos puestos en mi, como si tuviera miedo a que la oscuridad de los pasillos del Scape me tragase.


-¿Te ha gustado?- Me preguntó de vuelta al coche.


-Me ha encantado. Muchísimas gracias.


-A ti. Por aceptar venir.


Jugué con mis dedos, nerviosa. Me mojé los labios resecos con la lengua y lo miré de frente.


-No sé lo que va a pasar después de este día, Gerald.


Su semblante se volvió algo más serio. Alargó uno de sus brazos y sujetó mis nerviosas manos.


-Ahora solo importa el ahora. Luego nos preocuparemos el mañana.


Hagamos un pequeño stop. ¿No me puedes decir que no es casi perfecto? Y te digo casi, porque algún fallo tiene que tener. Que yo todavía se lo estoy intentado buscar.El resto del día fue como un sueño. Comimos en un pequeño restaurante italiano y luego paseamos por un parque lleno de flores silvestres. El cielo se iba oscureciendo y nuestro día iba llegando a su fin. Nuestra última parada fue en lo alto de una pequeña colina a las afueras de mi pueblo.


-Nunca me lo dijiste- Dijo apagando el motor y señalando con la cabeza la radio, por la que empezaba a sonar Free.


Sonreí, sabiendo a lo que se refería. Era mi canción favorita y le había dicho que le diría el porque.


-Porque habla de libertad. Todos nos merecemos serlo.


-¿Tu no lo eres?


-No del todo- Respondí mientras me colocaba un mechón del pelo.- A decir verdad, nadie lo es. Al menos no al cien por cien. Siempre tenemos algo que nos ata. Pero esa es la misión de la vida, o al menos la mía, tener la mayor libertad posible; En mis decisiones y en mis actos.


-Cierto...- Musitó como si se hubiera perdido en un mundo ajeno al mío.


Y de repente pasó lo que quería que pasara desde le minuto uno que le abrí la puerta en mi casa. Acercó muy lentamente su cara a la mía, como si estuviera dándome la libertad de elegir si quería aquello o no... Y diablos, claro que lo quería.


Sus labios sabían a melocotón. Eran suaves y delicados. Nunca nadie me había besado de aquella manera. A decir ni siquiera sabía que existía aquella forma. Era como si estuviera explicándome todo lo que sentía solo con un beso.


Pegó su frente a la mía y con los ojos serrados susurró:


-Hacía años que me moría por hacer eso, Arthys.


-¿Te sientes libre?


-Tanto que probablemente podría volar.


Continuará...

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