Capítulo 2

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Capítulo 2

Vamos llegando al punto importante de la historia, esa a la que los escritores llaman nudo; donde todo se vuelve un poco más borroso y donde suelen surgir los problemas. Yo te prometo que no hay demasiados en mi nudo, solo un poquito, algo de drama. ¿Qué es una historia sin algo de drama?

Como te iba diciendo, en toda regla existe una excepción y mi excepción fue él. Aunque claramente no lo vi venir, como un mosquito atropellado no ve venir la luna del coche.

En mi trabajo, como comprenderás, se nos estaba prohibido entregar información personal, por lo que nos creábamos un perfil falso. Yo me llamaba Iris, una chica de piel pálida un cuerpo de medidas espectaculares, de pelo rubio y lacio, y ojos tan verdes como las esmeraldas. Nada que ver con la realidad. Yo, la real, siempre he sido una chica normal, nada fuera de lo común, no tengo un cuerpo diez, es más mi barriga padeced del mal del michelin molesto. Mi pelo es un amasijo de rizos castaños y mis ojos son tan normales como el de la mayoría de los mortales.

En resumen, ofrecía una imagen totalmente diferente a lo que realmente era. Les daba lo que ellos querían.

Y si por algún motivo llegas a preguntarte si me llegué a sentir culpable por mentir, te diré clara y llanamente que no. Ellos jamás se darían cuenta, yo les creaba su fantasía, ellos la disfrutaban y yo cobraba. Listo.

Nunca hubo complicaciones, hasta una tarde de marzo. El teléfono sonó mientras yo repasaba los últimos apuntes que me libarían de la carrera para siempre.

—Bienvenidos a línea erótica, le atiende Iris.

De fondo de oyó un carraspeo. Con el paso del tiempo había aprendido a diferenciar los comportamientos de los que llamaban. Existían los chulitos de pueblo, con seguridad y arrojo que se comían el mundo. Otros que llamaban y estaban completamente inseguros.

Presentí que aquella llamada estaría catalogada en el último grupo.

Error.

Si alguna enseñanza os tengo que dejar con todo esto, es que nunca os apresuréis a sacar conclusiones. Os podéis topar con una sorpresa.

—Buenas tardes, Iris— Su voz sonó varonil. Una voz que podría hacerte vibrar de los pies a la cabeza.

—¿Cuál es su deseo, señor...?

Obviamente debíamos saber los nombres de nuestros clientes para que la fantasía fuera más real.

—Como supongo que su nombre real no es Iris, yo también utilizaré uno falso... ¿Qué le pareces Heracles?

Una silenciosa carcajada se me escapó.

—Veo que entiende de mitología.

En el texto que había escrito Eurípides, Heracles fue enloquecido por Iris, aunque la pobre solo era una mandada de Hera.

—No soy un gran entendedor, solo disfruto de aquello que me gusta.

En el tiempo que llevaba trabajando, ninguna llamada me había causado aquel escalofrío que sentí. En solo dos frases ya me tenía pendida en un hilo de misterio.

—Está bien, Heracles, ¿en qué puedo ayudarte?

—Seré sincero, Iris. Realmente no entiendo como es el funcionamiento de esta línea. Llamé al picarme la curiosidad y el aburrimiento. Solo quería conocer un mundo totalmente desconocido para mí.

Me eché hacía atrás en la silla, jugando con el bolígrafo entre las manos. No sabía hasta donde me tenía que creer lo que decía.

—Estoy aquí para cumplir sus fantasías. —La carcajada que sonó al otro lado del teléfono me dejó atónita— Veo que le hace gracia.

—Lo siento, de verdad. Discúlpame— Carraspeó para serenarse y continuó— Realmente no proceso como alguien puede disfrutar de esta manera. No es algo tangible, no es físico.

—El disfrute sexual no solo está en lo físico, hay miles de maneras de estimular y satisfacer a una persona.

—Pero cuando se corta la llamada la fantasía se evapora. ¿De qué vale entonces?

—Siempre se necesita una salida del mundo real para sobrevivirlo— Y lo creo ciegamente. Quizás también hayas pensando que una línea erótica está destinada a viejos verdes o hombres solterones. Como antes te dije, no te apresures a sacar conclusiones. Mi trabajo era un punto y aparte, dejaban los problemas y se concentraban en sus fantasías.

—¿Y usted? ¿Lo disfruta?

—Si no lo hiciera no estaría hablando con usted.

Pude oír como sonreía y una extraña sensación comenzó a formarse en las puntas de mis dedos hasta alcanzar el pecho.

Desde lejos una voz una voz se coló por la línea. No llegué a entender que decía, pero acto seguido, mi misteriosa llamada dijo:

—Siento tener que irme de esta forma, pero requieren mi presencia. Ha sido un placer, Iris.

—Lo mismo digo Heracles.

No era adivina para darme cuenta que tras el pitido que anunciaba que la llamada había sido cortada, mi vida cambiaría.


Continuará... 

¿Hola? Línea eróticaWhere stories live. Discover now