Capítulo 4

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Capítulo 4

Llegados a este momento de la historia no sé si te habrá picado la curiosidad, pero te puedo asegurar que a mí no me picó, sino que me mordió tan fuerte que el veneno me corroía por las venas. O es que quizás estaba tan acostumbrada a que mi vida fuera una tediosa continuidad, que el mínimo cambio provocara un descontrol.

Y lo cierto es que me gustaba.

Salir de la horrible rutina, que mi cuerpo sintiera aquella extraña electricidad. Me gustaba. Más de lo que me gustaría admitir.

Y sí, probablemente te estés empezando a plantear que soy un poco rarilla. Lamento decirte que es tarde para caer en eso.

Mi madre me enseñó algo importante, y es que la vida hay que vivirla, que no tenemos todo aprendido y que nadie tiene la certeza de que va a pasar mañana. Supongo que por eso acepté este trabajo y contra todo pronóstico, ¡me encantaba!

Heracles, o como quisiese que se llamase, era un punto de inflexión en mi vida. De alguna manera me había despertado de un largo letargo, demostrándome que era humana, que podía sentir algo... por muy raro que fuera ese algo.

El teléfono de la línea sonó, me dejé caer el sofá de mi apartamento y respondí.

—Bienvenido a la línea erótica, le atiende Iris ¿En qué puedo ayudarle? —La formalidad no se podía perder nunca.

—Me alegra volver a escucharla.

Solo bastó escuchar su voz para que cada célula de mi cuerpo despertara.

—Señor Heracles, veo que le ha tomado cariño a la línea.

—¡Oh, no! No se equivoque, le he cogido cariño a la tele operadora.

Y así, querido público es como se consigue dejarme callada. Tarea difícil, ya que suelo hablar por los codos.

Al no recibir respuesta se soltó una risotada y añadió:

—No se preocupe, no soy un psicópata.

—Es lo que un psicópata diría. Ninguno suele admitir lo que es.

Su risa varonil me resultó uno de los sonidos más agradables que hubiera escuchado en mucho tiempo.

—Tiene usted toda la razón. Pero confíe en mí, mi única intención es conocerla de algún modo que no perjudique su trabajo.

—¿Por qué tanto interés en mí?

Durante unos breves segundo la línea se quedó en silencio, supuse que estaría buscando la mejor forma de explicarse y que no sonara como un asesino en serie.

—Me parece una mujer brillante.

—No sabe nada de mí.

—Sé su película favorita— En ese momento, quien soltó una carcajada, fui yo— No hacen falta muchas palabras para descubrir cuando una persona es brillante y cuando no. Y no suelo equivocarme.

—Espero no decepcionarle.

—No lo hará.

Lo dijo con convicción, como si estuviera dispuesto a poner la mano o, incluso, el cuerpo entero en el fuego por mí. Más que gustarme me encantaba que alguien estuviera apostado a ciegas por mí.

—Bien—Dijo de pronto— La pregunta de hoy; ¿Cuál es tu canción favorita y por qué?

—Se llama Free, de Emile Sandé. Y el por qué no te no daré, la escucharás y en la próxima llamada, me dirás porque crees que es mi favorita.

Por alguna extraña razón, imaginé una sonrisa iluminando un rostro masculino demasiado borroso para identificarlo.

—Me parece una gran idea. Entonces me iré a cumplir con mi tarea. Buenas noches, Iris.

Y como iba siendo costumbre, colgó.

Resoplé en un intento de ignorar la sonrisa estúpida que se pronunciaba en mis labios.

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¿Hola? Línea eróticaWhere stories live. Discover now