Capítulo 7

29.1K 1.9K 1K
                                    


Capítulo 7

—Ya sabes las normas...— Traté de explicarme, pero él rápidamente me cortó.

—Me sé perfectamente las normas, no te pediré tu nombre, ni tu dirección, ni para parecido. Solo quiero que me cuentes algo tuyo. Algo de la persona real, por la cual llamó todos los días a esta línea esperando escucharla.

Tragué saliva, sobrecogida por la veracidad que había puesto a sus palabras.

—¿Por qué? ¿Por qué quieres saber algo de mí?

—Porque necesito saber que existes. Que la única persona con la que disfruto realmente hablado, es de verdad. No es un engaño por el que pago.

¿Alguna vez has sentido que el corazón se te encoge en el pecho? Pues eso es justo lo que sentí en ese momento. Presentía que lo de ser su príncipe al rescate no se trataba de una broma, que Heracles necesitaba de alguna forma mi ayuda. Y si se la podía brindar como Arthyss... lo haría. Y comenzaba a presentir que haría mucho más.

—Aunque no lo creas tengo una vida bastante aburrida. Dedicarme a esto ha sido lo más interesante... Soy una universitaria estresada con sus exámenes finales. No hay nada de especial...

—Tú lo eres... — Soltó como si nada y sin darme tiempo a responderle, añadió:— Quiero saber algo que solo la persona que esté detrás de Iris, sepa. Ese secreto que nadie más sabe.

—Está bien, pero con una condición.

—La que quieras.

—Secreto por secreto.

Su risa volvió a resonar en la línea y puedo asegurar que pocas cosas en la vida me hacían sentir tan satisfecha como poder escucharla.

—Trato hecho— Sentenció.

De perdidos al río. ¿Qué más daba? Probablemente Heracles nunca sabría quién era, nunca conocería a la verdadera Iris.

—Creo que soy una especie de desastre. O quizás esté un poco muerta por dentro. Tuve una relación de dos años que terminó por la enorme cornamenta que llevaba acuesta. Pero no me importó, y hoy en día me sigo preguntando si en algún momento esa relación significó algo para mí. Todo el mundo sufrió cuando terminé con él, mis padres, mis amigos... nos veían como la pareja perfecta, pero yo... para mí fue como retirar una tirita; rápido e indoloro.

—Tal vez no fuera el indicado— Dijo, tratando de animarme.

—Quizá no haya indicado... o sí, no lo sé.

—Todos tenemos nuestra media naranja, por asi decirlo, solo hay que encontrarla.

Esa vez quien se rio fui yo. Me costaba imaginarme a aquel hombre con ideas románticas.

—Está bien, yo te conté mi secreto, ahora te toca a ti.

Nuevamente la línea se quedaba unos segundos en silencio. Y créeme, odiaba esos malditos silencios. Me ponían tensa. Era como si esperase que de un momento para otro la línea se colgase y yo me quedara ante el incómodo pitido que da por finalizada una llamada.

Su resoplido me trajo de vuelta a la estabilidad y con una voz insegura se confesó:

—Mi secreto mejor guardado es que me enamoré de la hermana de mi mejor amigo. El problema es que le sacaba como cuatro años, por lo que nunca me confesé. Era una estupidez, solo tuve cuatro conversaciones con ella. Ni siquiera me atrevía a mirarla. Temía que si lo hacía aquella chiquilla lo descubriera.

—¿Nunca se lo confesaste? —Inquirí picada por la curiosidad y algo parecido a los celos.

—Jamás. Primero por la diferencia de edad y segundo porque su hermano me hubiera cortado los huevos.

—¿Y qué pasó con ella?

Y aquel silencio volvió a reaparecer, un silencio incómodo.

—¿Heracles? — Pregunté al ver que no obtenía respuesta.

—Lo siento, tengo que irme.

Y así, sin más, me colgó.

Miré el teléfono como si fuera un problema matemático incapaz de entender. Y realmente, Heracles era exactamente eso. ¿Qué puñetero bicho le había picado?

Continuará...

c4

¿Hola? Línea eróticaWhere stories live. Discover now