Capítulo 27 -El ruido de las almas-

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Pintado en una de las paredes, con colores vivos, hay un gran retrato de un Ghuraki sentado en un trono. Haskhas se detiene delante de él y lo ojea. Tras unos segundos, se da la vuelta y pregunta:

—¿Qué es lo que quieres saber?

—Más de vosotros.

Clava los ojos en los míos.

—He de reconocer que eres un humano interesante. —Se acerca y camina a mi alrededor—. Tu carne y tus huesos encierran misterios.

Me volteo, lo miro a los ojos y suelto:

—Y yo he de reconocer que pocos son los que han conseguido que sienta tanto odio.

Se coge las manos por detrás de la cintura y empieza a andar.

—El odio puede ser un poderoso aliado.

—Quizá... Aunque hay sentimientos más poderosos.

Detiene el paso y pregunta:

—¿El amor?

—No, el silencio.

—¿El silencio? —Se voltea y la cara pierde un poco de inexpresión—. ¿Qué quieres decir con el silencio?

Miro hacia el palco que da a la arena de La Gladia, pienso en el viaje que empecé cuando Jiatrhán me venció y digo:

—El silencio del alma.

—¿El silencio del alma? —Ríe—. Las almas no pueden estar en silencio, el ruido que producen las forjas de los escultores perdura durante el resto de la eternidad. Es sutil, casi inapreciable, pero está ahí.

Camino hacia el palco y me detengo antes de llegar a él.

—Estás muy seguro de tus palabras. —Me giro y lo observo.

Sonríe y se cruza de brazos.

—Eres listo, humano. Me has llevado a tu terreno y he estado a punto de caer en tu trampa. —Los ojos le brillan.

Media sonrisa se me marca en la cara.

—Lástima que no haya sido así y que no me contaras más sobre el ruido de las almas.

Se da la vuelta y ojea de nuevo la imagen del Ghuraki en el trono.

—No soy alguien que pueda ser manipulado con facilidad. Al menos no cuando estoy en mi cuerpo. —Me mira de reojo—. Cuando poseo a humanos soy algo más volátil.

—Entiendo... —Camino hasta pararme a su lado—. Por eso me fue tan fácil hacerte explotar cuando poseías al Gárdimo.

Dirige la mirada de nuevo hacia el retrato.

—Tiene que ver mucho con vuestra naturaleza. Sois impulsivos, ansiosos y severamente egocéntricos.

Contemplo las facciones rígidas del Ghuraki sentado en el trono y aseguro:

—Tu especie tampoco se libra de ser ególatra.

Guarda silencio durante unos segundos.

—Nunca antes ningún humano se había atrevido a hablarme así, sin miedo. —Ladea la cabeza y, por un instante, observa la superficie de una mesa con varias velas apagadas—. Bueno, el brujo tampoco se quedó atrás.

Sé que habla de Bacrurus, pero no quiero que desvíe la conversación, tengo que saber más de su especie, de sus ejércitos y de esos extraños soldados.

—¿Quién es el Ghuraki del trono?

—No te vas a dar por vencido. —Me mira—. Haremos otro trato, hasta que saciemos nuestra curiosidad, responderé a una de tus preguntas y tú a una de las mías.

El Mundo en Silencio [La Saga del Silencio parte I]Where stories live. Discover now