Capítulo 38 -Enemigo-

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Miles de susurros surcan el aire, van y vienen, se oyen con fuerza cerca y se alejan con rapidez. No entiendo qué dicen, pero sí sé qué quieren. Forman parte de un paraje donde todo sucede y a la vez donde nada ocurre. Son pedazos de un lugar que abarca los distintos futuros: aquellos que existirán y los que nunca tomarán forma. Son fragmentos de un sitio que se alimenta con los distintos pasados: lo que fueron y los que no pudieron ser. Me hallo en un territorio que es y abarca todo.

—Vagalat —aunque no lo veo, escucho cómo alguien me llama desde la lejanía.

La niebla que me envuelve pierde espesura, se aplasta y cae a mis pies. Agacho la cabeza, me miro las manos y observo cómo brillan con el color carmesí del aura.

—Vagalat, ven a mí —insiste.

—¿Quién eres? —pregunto mientras ando en busca del origen de la voz.

Sea quien sea, guarda silencio unos instantes antes de decir:

—Soy tu pasado, tu presente y tu futuro. —Varios susurros, con diferentes tonos, repiten una y otra vez: "lo es". Tras unos segundos, en los cuales las voces susurrantes se van apagando, prosigue—: Tú y yo estamos más unidos de lo que nos gustaría. Nacimos con un claro propósito.

El horizonte se ilumina con un tono cobrizo y una lluvia de gotas plateadas desciende con mucha lentitud. Después de dar unos pasos, veo varios relámpagos dorados cruzar el cielo y centellear sin producir sonido alguno.

«Este sitio es...».

El recuerdo de lo que sucedió aquí se mantiene en una parte oscura de mi mente. Al intentar llegar a él solo obtengo imágenes borrosas. Gran parte de mi memoria sigue bloqueada y me impide descubrir los secretos del pasado.

Meneo la cabeza, sé que conozco este lugar, sé lo que es este lugar... Aun así, soy incapaz de descubrir por qué me hallo aquí tras haber sido vencido.

Ante la imposibilidad de recordar, sin poder revelar lo que me ha llevado a este paraje, alejo los pensamientos y sigo andando hacia un horizonte que parece no tener fin.

Tras caminar unos minutos sin que cambie el entorno, mostrando este la vastedad del lugar donde me encuentro, me dirijo al que me llamó y le pregunto:

—¿Quién eres?

Escucho un fuerte ruido detrás de mí y me giro con rapidez. Un trono compuesto de calaveras de niños se ha alzado donde no había nada más que niebla a un palmo del suelo y gotas plateadas flotando en el aire.

Mientras lo observo, sin que me dé tiempo a reaccionar, una forma oscura pasa a gran velocidad cerca de mí y me roza. El tacto helado me produce un escalofrío.

La sombra, compuesta por bruma negra, avanza hacia el trono y pregunta:

—¿Quién soy? Mejor sería que me preguntaras qué soy. —La niebla da forma a un ser cubierto con una túnica oscura—. Soy la manifestación de aquello que anida en lo más profundo de las consciencias que fueron y de las que son. En lo más hondo de las almas que les dan o les dieron la energía para existir.

A la vez que toma asiento, escucho el profundo ruido que produce al respirar. Intento fijar la mirada en la cara, pero la capucha no me deja vérsela. Ni siquiera puedo verle las manos, la prenda que porta le oculta el cuerpo.

Mientras lo examino, las palabras que ha pronunciado se repiten en mi mente, inquietándome.

—¿Aquello que anida en lo más profundo...? —La imagen mental que se crea dentro de mí logra que me estremezca—. No puede ser... —La temperatura, al mismo tiempo que un débil brillo azul rodea al ser, baja de golpe. El intenso frío me obliga a tiritar y solo con gran esfuerzo, una vez que he asumido que es real lo que pienso, consigo continuar hablando—: Te refieres a Abismo.

El Mundo en Silencio [La Saga del Silencio parte I]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu