Capítulo 64 -Una gran promesa-

1.6K 183 82
                                    

Mientras corremos hacia el ser de escamas, los dos felinos, rugiendo, se adelantan y nos atacan. Sin detenerse, La Cazadora se tira al suelo y resbala por debajo de uno de los animales.

—¡Muere! —brama, manifiesta dos dagas de energía azul oscuro y las clava en el Gertghal.

A la vez que el animal ruge, Doscientas Vidas esquiva un zarpazo, lanza un hacha y suelta entre carcajadas:

—¡¿Eso es todo lo que sabes hacer?! —Vuelve a esquivar, corre y le clava la otra hacha en el pecho. Al mismo tiempo que la sangre oscura brota y le mancha las manos, brama extasiado—: ¡Amo la guerra!

Mukrah salta y golpea al Gertghal en la mandíbula partiéndole uno de los colmillos.

—Hoy es el día en el que será escuchada la ira que los caídos se llevaron a la tumba.

Doscientas Vidas sonríe, asiente, saca el arma del pecho del animal y la lanza contra una de las patas delanteras.

El otro felino salta sobre mí y Asghentter, pero ambos nos echamos hacia los lados a tiempo de evitar que nos caiga encima. El ser del Erghukran, nuestro aliado, se coge las puntas de dos huesos que le sobresalen de la espalda y tira de ellas.

—Te voy a enseñar cómo cazamos en mi mundo —dice, mirando fijamente al animal. Cuando el Gertghal se abalanza sobre él, retrocede lo justo para clavarle en los ojos los afilados huesos que se ha extraído de la espalda—. Voy a machacar tu cuerpo, a triturarlo, tal como tu dueño ha hecho con mis compañeros. —Le escupe y retira las puntas de las cuencas vacías.

Mientras el felino herido se alza apoyado en las patas traseras, ruge y lanza zarpazos a ciegas, Asghentter manifiesta el arco de energía y le arroja una flecha de luz que le atraviesa el cuerpo.

—Tu tiempo se acabó —anuncia El Primigenio, preparándose para volver a lanzar otra saeta.

Miro al ser de escamas, camino hacia él, dejo a mis compañeros luchando contra los Gertghals y aseguro:

—Dime dónde tienes a Bacrurus y te daré una muerte rápida.

—¿Rápida? —Sonríe—. ¿Acaso piensas que me vas a vencer con facilidad?

Manifiesto a Dhagul y sentencio:

—Ya has perdido.

—¿Tú crees? —Se frota las manos y los ojos se le iluminan—. ¿Cómo se te pasa por la cabeza que podréis vencerme si ni siquiera sois capaces de vencer a mis mascotas?

Ladeo la cabeza y, mientras las escamas de los felinos se endurecen y se tornan azules, veo cómo desaparecen las heridas que les han inflingido mis compañeros.

—No ganarás —susurro.

Centro la visión en el siervo de Él, alzo la mano y lanzo varios proyectiles carmesíes. Un par se le incrustan en el hombro antes de que le dé tiempo de generar un escudo invisible que desvía el resto.

Sonríe y dice:

—Por más que lo intentes, no eres rival para mí. —De las heridas le brota un líquido negro que desciende por el torso—. Soy más de lo que nunca serás. —Mueve la mano, la pasa por encima de los cortes y estos se sanan—. Debiste haberte quedado convertido en piedra hasta que Abismo fuera todo. Hasta que no existiera nada que no estuviera vinculado a Él. —Ríe—. Así habrías despertado en la creación que tantas veces le prometiste.

Aprieto los dientes y replico:

—Lástima que no vivirás lo suficiente para ver cómo le arranco la cabeza a Él. —Le apunto con Dhagul—. No lo volveré a repetir. ¿Dónde está Bacrurus?

El Mundo en Silencio [La Saga del Silencio parte I]Where stories live. Discover now