Capítulo 24.

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Abrí la puerta principal y me detuve allí. Inhalé aire profundamente. Lo necesitaba. Llevaba mucho tiempo con este cuerpo. Los mejores días de mi vida los pasé en él... y por eso siempre voy a estar en deuda con aquella chica llamada Thymie que, aunque no tuviera nada que ver con mi vida, siempre fue parte de mi historia. Sólo esperaba que algún día ella me perdonara por haber sido todo de esta manera.
Realmente iba a extrañar este cuerpo.

Di un paso hacia adelante y me encaminé directo a la habitación. No se parecía en nada a la de Samaritha. Aquí todo era blanco, y había animales y hasta una fuente.
Y entonces fue cuando la vi. Clavé mis ojos en aquella centella voladora de color verde y me acerqué a ella con paso firme y decidido.
—Hola, Thymie —saludé, consciente de que podía escucharme—. Quiero que tomes lo que es tuyo —pausé y me mordí el labio. Luego, sonreí, y una lágrima cayó por mi ojo—. Ojalá algún me perdones por... bueno, esto —suspiré—. Todo fue hermoso, Thymie. Fui feliz. Soy feliz —cerré los ojos por unos segundos—. Mi vida cambió de una manera que jamás creí posible gracias a ti. Gracias a tu cuerpo, más bien. Y... te juro que ni siquiera tenía planeado esto. Fue una trampa, y tú terminaste involucrada... Lo siento —me acerqué a ella y levanté mi brazo, tocándola con las puntas de mis dedos. Dejé que aquella bola de luz flotante me invadiera. Luego de eso, todo se volvió negro.




—Debby —me sacudieron por el brazo—. Debby, Debby, despierta —suplicaron—. Eres un demonio muy fuerte, Debby. Lo que hiciste fue lo más valiente del mundo —escuché cómo su voz se rompió y comenzó a sollozar—. Despierta, por favor —susurró, y la oscuridad me envolvió una vez más.


Sentí cómo mi cabeza palpitaba y me dolían todos los huesos de mi espalda. Quise quejarme, hacer algún sonido, pero no me salió la voz. También quise moverme: tampoco pude.
—Ella estará bien —escuché la voz de Ivonne—. Nos está oyendo ahora, pero no durará mucho tiempo. Díganle algo. ¿Quién quiere ser el primero?
Pero nadie habló.
Me fui.

Todo estaba oscuro. No sentía, no veía, no escuchaba. Pareciese como si estuviera enjaulada en un lugar. Sentía pánico. Estaba aterrada porque presentía que de este lugar no habría salida, que no regresaría con ellos, aun y siguieran creyendo en mí. Me sentía ahogada, aprisionada. Quería romperlo todo y llorar hasta conseguir salir de ese lugar tan frío y solitario. Pero lo único que lograba hacer era lastimarme cada vez que lo intentaba. Para estar e, tenía que recoger mis piernas y abrazarlas. Era la única posición cómoda que podía lograr.
Por primera vez, no tenía miedo de admitir que sentía miedo.


—El infierno puede llegar a ser divertido, amiga —murmuró Nelly—. Tan sólo si encuentras al demonio perfecto —besó mi frente—. Es algo que leí por allí —sentí cómo sonrió. La conocía. Pero esta sonrisa era triste—. Te extraño, ¿sabes? Nunca pensé que realmente lo haría como esto... Pero todo el tiempo me quedo sola en casa sin ver a J tan sólo porque no puedo estar aquí sin ti —me acarició el cabello—. No sé cómo vivir esta vida sin ti. La eternidad no es divertida sin una mejor amiga.
Me volví a ir.

Sentí a mi corazón palpitar fuertemente. Estaba allí otra vez, había regresado, pero seguía sin poder ver nada.
—Ha pasado un mes —escuché a Julién—. Y realmente ya no sé qué hacer, Debby. Me estoy rompiendo, ¿sabes? —sentí su mano tomar la mía. Estaba cálida—. Dijeron que vas a despertar algún día, que tu sacrificio fue muy valioso... Pero si hubiera sabido que pasaría esto, yo... —oí que sollozaba.
¡No! ¡No llores, Julién! Por favor, mi amor, deja de llorar. Estoy bien, lo juro.
—Te amo, Debbitha. Te juro que estaré aquí para el día en que despiertes y te veas al espejo siendo pelirroja. El día en el que pueda llevarte cargando hasta el auto para ir a casa. El día en que yo siga siendo ese estúpido panguro... No importa qué —sentí que besaba mi mano. Sentí mi mano húmeda. Él no paraba de llorar. Tomó mi dedo medio y deslizó algo frío en él—. Voy a esperar por ti lo que sea necesario.
Me volví a ir en contra de mí misma. No quería dejarlo, quería quedarme allí.










Oscuridad en la luz.Where stories live. Discover now