Capítulo 3.

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Una hora más tarde, nos encontrábamos en Roollie: un parque para niños que volvía loca a Nelly. Cerré los ojos e inspiré la paz, la alegría y el alma antigua de sus árboles. Todos decían que era un lugar enigmático y aterrador en las madrugadas, que ni siquiera parecía tener esa aura infantil que llevaba en los días soleados. Incluso, existían rumores de que a su alrededor aparece, desaparece y reaparece una especie de niebla maligna. A pesar de, estaba casi segura de que no era así.

La mayoría de las criaturas del submundo juzgaban al mundo sin conocerlo. Eran personas superficiales, incapaces de ver la profundidad de las cosas que los rodeaban, y Roollie tenía mucha profundidad para presenciar. Más que enigmático, era mágico.

-¿Por qué me ignoras, Debbitha? -repitió Wessy por quinta vez, resoplando y alejándome de mis pensamientos-. Como sea. Quiero un helado. A ti te gustan los helados. ¿Quieres uno? Podemos ir a comprar uno.

Negué con la cabeza, percibiendo cómo se fruncía su ceño.

-Creo que hay helados de café, también -murmuró como si fuese una propuesta de la que nadie debería enterarse. Sonreí un poco-. Por Samaritha, ¿podrías abrir los ojos y mirarme, al menos? Tal vez así no me sentiría tan ignorado.

-No existe el helado de café -susurré, entornando mi mirada hacia su dirección, y lo vi sonreír ampliamente.

-Sólo dilo y allí estará.

Lo miré fijamente por unos segundos antes de volver mi cabeza al frente y cerrar los ojos... otra vez.

-No puedes crear cosas que los humanos no hayan hecho aún.

-¿Y quién dice que los humanos no lo han creado ya?

Se echó a reír con tanta seguridad de lo que había dicho, que provocó que arrugara mi nariz.

-Tu paraíso se encuentra en el mundo humano. ¿No crees que es muy tentador ir a ese lugar?

-Mmm -musité-. ¿Crees que su café sea mejor que el de Joe?

Wessy se quedó en silencio, pensativo, y volví a sonreír.

Sinceramente, no creía que nadie pudiera superarlo. Es decir, Joe metía sus narices en donde no debía, jamás servía la comida a tiempo (a menos que le pidieras café), y nunca, nunca jamás de los jamases, podría mantenerse serio por más de dos segundos... pero el hombre hacía el mejor café de todo el universo.

-Bueno, ya -expresó y volví a abrir los ojos, clavando mi mirada en él-. Me rindo. Eres una apática pesada que no sabe valorarme. Voy a ir a comprar helado solo.

Wessy se levantó del banco y se encaminó fuera del parque, dándome la espalda.

-Buena suerte, O'Gryn.

-Rómpete el culo, Ophenie -respondió con voz monótona y, sin darse la vuelta, se despidió de mí con un leve movimiento de muñeca.

Solté una leve carcajada: luego, retiré mi mirada de él y crucé mis piernas, posando mis manos sobre mis rodillas.

Empecé a observar el parque, los demonios, los ángeles: especialmente a Nelly. Envidiaba su capacidad de poder ver todo y a todos con tal fascinación; a mis ojos, el submundo no era suficiente y nunca lo sería.

Suspiré y tomé un mechón de mi cabello, envolviéndolo entre mis dedos.

-Me gusta. Es decir, el naranja te sienta bien. ¿Es natural? -escuché decir y volví mi cabeza. Otro chico al que soportar.

Asentí y desvié mi mirada. Tal vez así se iría.

-Todos hablan de ti en el submundo -insistió-. Eres como la novedad de la semana.

Oscuridad en la luz.Where stories live. Discover now