Capítulo 7.

267 11 7
                                    


Muy bien, Debbitha, tú puedes hacerlo.

No, no puedo. No sé cómo hacerlo.

Esto es por Samaritha; debes hacerlo.

—¿Por qué estoy discutiendo conmigo misma?

Fruncí el ceño y miré a Nelly buscando una respuesta. Ella se encogió de hombros.

—Es normal que los humanos hagan eso. Siempre han sido muy inseguros —contestó y asentí. Inseguridad era definitivamente lo que sentía en ese momento. Veía cómo todos charlaban y permanecían serenos y... como amigos... pero, aun así, humanos. No sabía cómo...

—Samaritha —me recordó Nelly interrumpiendo mis pensamientos y solté un juramento. Samaritha, claro.

Resoplé, nerviosa, y eso sólo hizo que me enfadara aún más. Yo no me ponía nerviosa.

—Oye —llamaron y volteé. Ahí estaba un chico rubio de ojos mieles, bastante común por aquí, con una bandeja de comida y mirándome como si esperara algo—. ¿Te puedes mover? Deja espacio en la puerta.

—Lo dices como si no estuviera el otro lado de la puerta para pasar.

Sonrió. ¿Por qué sonrió?

—Nombre.

—Debby —contesté.

—Bryan —dijo—. ¿Tienes donde sentarte?

Me encogí de hombros.

—No —dije. Abrió el otro lado de la puerta y me hizo una seña para que lo siguiera, y por un no-sé-qué, le hice caso.

—Debby, ese chico está guapísimo —murmuró Nelly.

¿No te hartas de ver lo mismo todos los días, Nelly?

—¿Chicos guapos americanos? —preguntó y medio asentí disimuladamente—. Nunca.

—Así que... Debby —mencionó una chica castaña en medio de la mesa de chicos que, usualmente, no paran de hablar pero, hoy, están bastante callados por una razón: yo —. ¿De dónde vienes?

Suspiré.

—Vengo de Lawrence. Ahí vivía con mis padres hasta ahora.

—¿Boston? —dijo ahora Bryan—. ¿Eres de Boston? —preguntó sorprendido.

—Sí. Bueno... —lo pensé un segundo— No. Es el lugar en donde vivía anteriormente. Soy de un lugar... más lejos de allí —miré mi comida. No la había probado pero ahora me había dado curiosidad. La tomé con ambas manos y mordí un pedazo.

Por Samaritha, sabía demasiado bien.

—¿Cómo se llama? —pregunté a Bryan, que estaba sentado a mi lado.

—¿El qué? —señalé lo que estaba comiendo. Me miró extrañado—. Es pizza —contestó como si fuera obvio.

—Ah —sonreí atontada—. Quiero un montón de esto —dije como una niña y sonrió.

—¿Nunca habías comido pizza? —negué—. Vienes de Boston... pero nunca habías comido pizza—dijo con incredulidad y me encogí de hombros. La verdad no me importaba.

Alguien chilló al final de la mesa. Una chica rubia que, mirándola bien, me recordaba a alguien. Pero ¿a quién?

—¿Truly? —preguntó Bryan, aparentemente divertido.

—¿Puedo tomarles una foto? —dijo con una gran sonrisa y una cámara profesional apuntando hacia nosotros.

—No me gustan las fotografías —dije con simpleza pero ya había presionado el botón. De un momento a otro, tenía la pantalla de la cámara frente a mis ojos y me hubiera gustado verme pero no vi a nadie más que a Thymie Holwteem. Una chica morocha.

Oscuridad en la luz.Where stories live. Discover now