Capítulo quince

1.8K 157 25
                                    

Leah

Vale, lo admito, estoy nerviosa.

Mi pierna se mueve de arriba a abajo rápidamente y, aprovecho el tener la mano de Ayden en mi muslo para empezar a jugar con sus dedos. Hago esto desde que tengo uso de razón y suele distraerme, aunque dudo mucho que ahora funcione.

Quiero decir, voy a cenar con los padres de Ayden. ¿Qué puede salir bien? Vale, no. Esta actitud no me servirá de nada, tengo que pensar en positivo.
Conocí a su padre hace poco y se portó bien conmigo, incluso me dijo que estaba feliz de que hubiera vuelto, eso es algo, ¿verdad?

Lo que realmente me preocupa es su madre, sé que no le caigo bien, aunque solo nos hayamos visto una vez.

Dejo de mirar por la ventanilla y giro la cabeza hacia Ayden. ¿Por qué parece que está tan tranquilo?

Tararea despreocupadamente la canción que está sonando ahora mismo, "We Are Never Ever Getting Back Together", y una sonrisa se forma en mis labios de manera inconsciente.

Me alegra saber que, musicalmente, he educado bien a Ayden. Básicamente mi vida se basa en convertir a la gente de mi alrededor en fans de Taylor.

—¿Estás nervioso? —pregunto cuando la canción termina, en un intento de relajarme un poco. Necesito que me diga que está igual de nervioso que yo, así no me siento tan sola.

—Tú sí, por lo que veo —comenta, intentando esconder la sonrisa que amenazada con aparecer en su rostro.

Lo miro con mala cara ante la respuesta y me cruzo de brazos, indignada.

—No te pongas nerviosa, Leah —añade, lanzándome una mirada fugaz —. Ya verás como no será nada.

—Vale gracias, ya no estoy nerviosa —pongo los ojos en blanco.

—Mira que eres tonta —niega con la cabeza, divertido.

Me encojo de hombros y subo el volumen de la música cuando escucho que está sonando "Mr. Perfectly Fine".

Siempre suelo olvidarme de todo con cualquier canción de Taylor, pero el álbum de "Fearless" es especial para mí. El primer álbum suyo que escuché fue este, mi madre lo puso un día mientras cocinábamos. Desde entonces, cada vez que lo escucho me acuerdo de ella, y... sonará raro pero siento que está aquí conmigo. Logra evadirme de todo.

Y hoy no es la excepción, durante los minutos que dura la canción dejo de pensar en la cena y tan solo canto, dejándome llevar por la música.

Me evado tanto de mi alrededor que antes de poder reaccionar, ya estamos delante de la puerta del restaurante.

Mierda, es un restaurante muy elegante. Demasiado.

—¡Ayden! No puedo entrar así a un restaurante como este —hago un movimiento con las manos señalando mi ropa.

—Pero qué dices, si siempre estás preciosa.

—A la gente no le importa que esté preciosa —pongo los ojos en blanco —, lo importante es ir acorde al tipo de sitio.

—A nadie le importa esto, yo voy normal.

Entre nosotros dos | SEGUNDO LIBRO Where stories live. Discover now