Veintisiete

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Leah

La cabeza me da vueltas.

Abro los ojos con dificultad. La habitación está a oscuras.

Me incorporo ligeramente hasta quedar sentada en la cama y me llevo la mano a la cabeza sin poder evitarlo. Siento que me va a explotar.

Miro a mi alrededor. Casi no puedo apreciar nada pero... esta no es mi habitación. ¿Dónde estoy? Juraría que ayer, después de la fiesta, Ayden nos... mierda. Ayden.

De golpe me acuerdo de todo lo que pasó. Bebí, bailé, volví a beber, me lo estaba pasando bien, seguí bebiendo y entonces vomité. Y desde ese momento, todo fue cuesta abajo. Me puse a llorar pensando en Ayden, estuve un buen rato contándole cosas sobre él a Sophie y volví a llorar porque le echaba de menos. Entonces ella intentó sacarme de la discoteca pero me negué, me encerré en el baño y le dije que yo no iba a ir a ningún sitio sin Ayden. Y veinte minutos después, Ayden estaba conmigo.

Mierda, mierda, mierda.

¿Cómo puedo ser tan estúpida?

Suelto un suspiro tras levantarme de la cama. No puedo bajar, qué vergüenza. ¿Cómo se supone que tengo que decirle algo a Ayden después de lo de ayer?

Ugh.

Empiezo a caminar, prácticamente arrastrando mis pies hasta el pasillo, y entonces la puerta del baño se abre de golpe.

Ayden aparece delante mío. Sin poder evitarlo, mis ojos recorren todo su cuerpo. Tan solo lleva una toalla en la cintura.

Trago saliva, nerviosa. ¿Tengo que decir algo...?

—Buenos días —habla él, pasando por mi lado para entrar en la habitación.

—Buenos días —murmuro, siguiéndolo.

—¿Te encuentras bien? —ahora mismo soy incapaz de adivinar si está enfadado o no.

—Sí —asiento.

Nos quedamos en silencio.

Ayden busca en el armario algo de ropa para ponerse y después de unos segundos, sin decir nada, vuelve a salir de la habitación para encerrarse otra vez en el baño.

Vale, supongo que está un poco enfadado.

Ni siquiera puedo sorprenderme. Se enfadó conmigo la noche que me vio con Tristan y me pidió tiempo para aclararme las ideas, y lo primero que hago yo al día siguiente es emborracharme y hacer que venga a recogerme a media noche para después llevarme a su casa.

No volveré a beber nunca más.

Me quedo quieta en medio de la habitación, sin saber que hacer mientras espero a que salga.

Después de unos minutos que se me hacen eternos, la puerta vuelve a abrirse.

Ahora Ayden lleva unos tejanos negros y una camiseta blanca encima. Me quedo en silencio mientras camina en mi dirección, hasta quedar delante mío. Suelta un suspiro mientras se pasa una mano por el pelo, aún mojado.

Entre nosotros dos | SEGUNDO LIBRO Where stories live. Discover now