EXTRA: EL ACCIDENTE

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ADVERTENCIA: Este extra incluye escenas recortadas del manuscrito original de Cómo llamarte amor: En susurros, que transcurren entre los capítulos 9 y 10 de la novela.


JAYDEN

Haley está subiendo la pared como si fuera una lagartija. Como si tuviera ventosas en vez de manos y pies. Y yo... Bueno, yo estoy haciendo todo lo que puedo por no hacer el ridículo. Creo que me he quedado atascado, he llegado a un punto en que no sé dónde poner el pie.

Tengo que reconocer que esto es más difícil de lo que creía.

Y lo peor es que sé que después voy a tener que aguantar sus burlas y sus aires de superioridad. Hoy la insufrible está siendo ella. Y lo está disfrutando, la muy sádica.

—¿Qué pasa? ¿Vas a quedarte ahí agarradito mucho tiempo? —me llega su voz desde un par de metros más arriba.

Levanto la mirada. Ahí está, agarrada con una sola mano, con los pies sobre unos salientes mínimos e imposibles, y con una sonrisita divertida.

—Es un poco injusto, soy más grande y peso más que tú, es normal que tú subas más ligera.

—Creía que tú te creías el tío alto, guapo y cachas del gimnasio.

—Soy alto, guapo y cachas en el suelo, y puede que también en el agua. Las paredes no son mi hábitat natural.

Se suelta de la pared y queda colgando con el arnés y la cuerda de seguridad, para luego ir soltándola poco a poco y bajar de nuevo hasta donde yo estoy.

—¿Necesitas un consejito?

La miro con los ojos entornados, sin atreverme a moverme ni un poco porque corro el riesgo de perder el apoyo del pie derecho y quedarme colgando en el aire como un pringado.

—Estás disfrutando mucho con esto, ¿verdad?

Sonríe, mientras encuentra rápidamente todos los apoyos que necesita en la pared para poder volver a trepar la distancia que ya había recorrido antes en cuanto se asegure de que me enseña un par de cosas.

—De lo lindo. Es mi pequeña venganza por lo de no permitir las patadas voladoras y lo de la serie de diez antes de poder entrar al agua —me recuerda todos mis pecados—. Deberías moverte a la derecha. Si alcanzas ese saliente rojo con la mano puedes pasar el pie a ese grande de ahí abajo y utilizar esos en los que estás ahora para la parte izquierda. Y de ahí hasta arriba tienes el camino prácticamente marcado con luces de neón, hasta un niño podría hacerlo.

Giro la cara para mirar hacia donde ha indicado. Vale, creo que a lo mejor tiene razón. Tengo que intentarlo al menos. Me muevo con cuidado para intentar alcanzar el punto al que agarrar mi mano derecha, pero me temo que está demasiado lejos. Lo que más me jode es que sé que ella podría hacerlo sin problemas, como lleva demostrando toda la tarde, y tiene los brazos más cortos que yo. Me balanceo un poco a un lado y otro, con mucho cuidado, para dar más recorrido a mi trayectoria, antes de intentarlo otra vez. Consigo agarrarme, pero la consecuencia es que pierdo el apoyo del pie izquierdo y se me resbala la mano de ese lado y me quedo colgando del brazo derecho, con el corazón desbocado, a pesar de estar sujeto por todas las medidas de seguridad.

—Tú puedes, tío cachas del gimnasio. —Oigo su vocecita burlona aún a mi lado—. Tira la izquierda al verde.

No me queda más remedio que intentar seguir sus consejos, estando como estoy, así que lo hago y consigo volver a sujetarme un poco mejor a la pared, buscando luego a tientas los apoyos para los pies. Cuando la miro ella me está observando con cierta expresión de orgullo. Suelta su mano derecha y la tiende hacia mí, con el puño cerrado.

Cómo llamarte amor II: En susurros.Where stories live. Discover now