Capítulo 14

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IZAN


Avanzo por el pasillo y, a la altura de las escaleras por las que anoche corrí empalmado, paso de largo para llegar al cuarto de Elena. Espero que mi amiga esté dentro porque necesito contarle lo ocurrido: el mensaje del asistente de Lourdes, el tropiezo con Andoni, el sospechoso golpe que relacioné con la puerta del muro y que me mantuvo pegado a la ventana durante más de una larga hora...

Sin siquiera llamar antes, entro en su habitación y mi deseo se cumple. Está aquí y despierta. Sin embargo, hay un inconveniente. Uno muy grande. Y es que no está sola, sino con Rosa.

—Amore —me recibe—, qué bien que vengas. Ayúdame a convencer a Elena para ir los tres a la pisci. —Se queja—: Está decidida a retocar su novelita. ¿Desde cuándo se escribe a estas horas?

—Tú no lo haces nunca —espeta Elena.

Chiqui, sí que lo hago, los guiones del podcast no se escriben solos. Pero si sé que los grandes artistas crean sus obras por las noches es porque lo he estudiado en filosofía.

—Desapúntate de la carrera. Te timan.

—¡Elena! ¡Vamos! Quiero ponerme morena mientras floto haciendo la estrellita. —Rosa busca refuerzos—: Izan, tío, ¡échame un cable!

«Claro. Cuando estés dentro de la piscina, así te electrocutas» pienso, muy tóxico, pero es que de esta manera se solucionaría el tema del posible trío amoroso y podría poner al tanto del drama a Elena. Con mi amiga pelirroja de por medio no puedo hacerlo o armaría todo un conflicto que no me apetece afrontar. Qué rabia.

Rendido, tomo asiento en la cama —a cuatro palmos de Rosa—, y contemplo a la autora frustrada. Pasa de nosotros. Sentada en uno de los sillones teclea en el ordenador.

—Por favor. ¡Quiero ir a darme un chapuzón con mis amiguis! —pregona de nuevo Rosa.

Lo que me lleva a farfullar:

—¿No prefieres ir con Andoni...?

Y su oído de metomentodo lo percibe:

—Está andando en moto. Me lo ha dicho Mikel cuando he bajado a desayunar.

—¿Tiene moto? —me intereso.

El jodido es un cliché andante.

—Sí. Le encanta la velocidad.

—¿Y por qué no vas con Mikel? Si ya estabais juntos... —propongo para librarme de ella.

—Porque también estaba Sonia.

Elena alza la vista de la pantalla.

—¿Quién?

—Una tipa que le ayuda a cuidar del jardín. Le está enseñando un catálogo con macetas y tal. —Nuestra amiga morena arruga el entrecejo y Rosa deduce—: ¿Estás celosa? La chica es bastante guapa. Tendrá veintimuchos años. Pero tranquila. No busca una relación.

—¿Cómo sabes todo eso? —me asombra.

—Me lo han contado.

—¿Mientras desayunabas? —Les ha tenido que hacer todo un interrogatorio para sacar tanta información en ese pequeño rato.

—Sí, con algo me tenía que entretener. No iba a estar mirando tiestos yo también. Me aburro.

Elena resopla y vuelve al ordenador, mientras Rosa sigue protestando:

—En serio. Son muy cansinos. Que si van comprar tierra, una valla... Y la chica tiene una especie de fijación por los tulipanes. Se ha picado porque Mikel ha ido a regarlos y no la ha esperado.

El último amanecer de agostoWhere stories live. Discover now