Capítulo 33

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- 10 días para el primer muerto -


ELENA

Usansolo, 8 de julio de 2022


El acontecimiento de hoy debía ser la visita de Sonia, por ello acordé con Izan y Rosa reunirnos en la piscina cuando esta llegase. Mis amigos accedieron a «madrugar» para entretenerme y que no estuviese pensando en ella ni en Mikel.

No obstante, voy a llegar tarde y no porque esté espiando al hermano mayor de los Ibarra desde la ventana. Es porque ha ocurrido algo mucho más llamativo.

Una vez estaba lista y a punto de salir del cuarto, mi iPhone ha vibrado por un mensaje, de mi único contacto en Usansolo.


LUKEN: Cuando puedas pásate por la tienda. Tenemos que hablar.


Sé que su turno es el de las mañanas y me corroen las ganas de marchar hacia el pueblo, pero no podría largarme sin dar explicaciones a Rosa e Izan. Así que tendrá que ser en otra ocasión.

Con una toalla anudada a mi bañador de tiro alto, dejo el iPhone en la mesilla y me dispongo a darme un chapuzón. O lo que para mí es equivalente: disfrutar de una buena lectura en la hamaca. Me hago con una novela, bajo a prepararme un café y salgo del palacio sintiéndome la estrella del rodaje de un anuncio para Nespresso.

—¡Hola, amore! —me saluda la figurante, Rosa, desde el agua.

—Buenos días. —Saco tema—: ¿Qué calor, no?

Pese a ser tan temprano, el sol ya calienta mi pálida piel. Tendré que reaplicarme crema al cabo de dos horas si no quiero despellejarme.

—Sí. —Se viene arriba—: ¿Te vas a bañar?

—No, ni de coña.

Extiendo mi toalla, me tumbo y, antes de abrir el libro, echo un vistazo a nuestro alrededor. Por suerte no están Mikel y compañía, pero tampoco Izan:

—Oye, ¿y nuestro rubio?

—Ni idea.

Rosa se sube al bordillo y se aproxima para tomar asiento a mi lado. Luego sacude su melena y la fulmino cuando me caen las primeras gotas.

—Perdón, perdón. —Se pone las gafas de sol y da inicio al intercambio de chismes—: ¿Qué tal estás con el grandullón?

Se refiere a Mikel y lo nuestro no puede estar más tirante.

—Mal. Ya sabes. No lo comprendo.

—Eso me pasa a mí contigo. Seréis tal para cual.

—No. —Me defino—: Yo soy fácil de interpretar. Soy ordenada, franca, taciturna y odio todo aquello que amenaza la armonía que me rodea y que tanto me cuesta labrar.

—Tía, tú lo que eres es una rara con aires de grandeza. Vamos, una estirada. Pero se te quiere.

—Gracias.

Asiente y continúa con el interrogatorio, el cual cada vez es más incómodo:

—¿Cómo vas con la historia del viejo decapitado?

No malgasto voz en describir bien la trama.

—Pues va bien.

Le dejaría leerla ahora que empiezo a plantearme buscar opiniones, pero no creo que tenga verdadero interés. Simplemente, se aburre. Tal y como expresa a continuación:

El último amanecer de agostoWhere stories live. Discover now