CAPÍTULO 20

73 11 7
                                    

Al despertar en la mañana me levanto sintiendo que quiero gritar y llorar al mismo tiempo.

Y no, no se debe a que haya logrado dormir a medias.

La verdadera razón es que se me ha enredado la mano en un edredón mientras dormía. Y con el más mínimo movimiento el dolor en mi mano derecha se despliega con potencia.

— Mierda. Mierda.

Me siento en la cama, mientras trato de pasar el mal momento.

Cuando finalmente el dolor cesa un poco, tomo un respiro y me levanto.

No tengo ni idea de qué hora podría ser.

Trato de ignorar lo mal que se ve mi mano e intento comenzar mi día cómo los anteriores. Pero en ésta ocasión cambiarme la ropa se siente cómo una odisea.

Estoy intentando ponerme un suéter bastante abrigado, cuando la puerta se abre de pronto sin previo aviso.

Tengo que bajar mis brazos de inmediato, abandonando el trabajo de ponerme el suéter, y con la misma prenda cubro de forma superficial mis senos descubiertos.

En todo el tiempo estando aquí no he usado brasier. Safwan no trajo uno. Y, desafortunadamente, el vestido que traía puesto cuando el rubio me trajo a la cabaña, no necesitaba del uso de un brasier. Por lo tanto, no dispongo de uno actualmente en éste lugar.

Al ver al alto hombre en medio de la entrada, mi expresión se contrae molesta.

— Al menos podrías avisar que vas a entrar —suelto.

— ¿Qué tal está tu muñeca?

Evidentemente tiene que ignorar olímpicamente lo que digo.

Giro los ojos.

—¿Acaso te importa? —una vez más él ignora lo que digo. Simplemente avanza hacia dónde yo me encuentro, razón que me hace mirarlo con cautela y dar pasos hacia atrás— Espera. Quédate ahí — no responde y continúa acercándose más—. Safwan...

Intento dar unos pasos más hacia atrás, pero la cama está allí y tropiezo contra ella.

Antes de caer de culo sobre el cómodo lugar en el que duermo, Safwan me sostiene. Su mano se posa abierta sobre mi espalda. El toque directo de su piel cálida contra la mía provoca que una especie de corriente me recorra de la cabeza a los pies.

— Te ayudaré con eso —hace referencia a mi suéter.

— No. Estoy desnuda, así que mejor vete —respondo siendo evasiva. Luego coloco mi mano buena sobre su pecho y lo intento alejar.

— Sé que estás desnuda —responde al tomar mis brazos. El derecho lo toma con un cuidado que me sorprende. Luego, sin previo aviso, él eleva mis manos, logrando que mi corazón se acelere desenfrenado. Safwan diligente y ágilmente me ayuda a colocar el suéter y cuando ya éste me cubre, me mira—. No es la primera vez que te veo desnuda. 

Mi corazón se salta un latido con tal mención.

— Pervertido —murmuro al desviar mi mirada.

— Ya quisieras —devuelve.

Indignada giro mi rostro una vez más y lo veo.

— Los hombres imbéciles, brutos e insensibles cómo tú no son mi tipo —suelto bruscamente.

— ¿Ah, sí?

Lo observo hacer la pregunta de forma seria mientras me mira fijamente. Por algún motivo me siento nerviosa de pronto.

— Sí —aseguro desviando mi mirada.

Necesito alejarme de él. Mi corazón está latiendo demasiado rápido.

Sombras Oscuras: ¿Quién es Safwan?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora