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Por la madrugada, el rey Viserys luchaba con cada respiración en sus aposentos, pensando en Alice. Sospechaba de una pequeña estatuilla de un dragón de tres cabezas que le recordaba a su hija. Murmuraba el nombre de Alice, deseando verla una vez más. Se dio cuenta de cuánto tiempo había desperdiciado mientras ella estaba a su lado, cuidándolo y preocupándose por él.

Finalmente, cerró los ojos lentamente, dejando caer una lágrima. El rey Viserys había fallecido en esa madrugada.

Una doncella entró en los aposentos, intentando despertar a Alicent. Cuando finalmente abrió los ojos, la mujer le comunicó la noticia.

—Majestad, el rey Viserys está muerto.

Alicent, sorprendida y conmocionada, tapó su boca con la mano.

En la mañana, la reina Alicent se encontraba llorando por la muerte del rey Viserys. Aunque su matrimonio no fue una elección suya y la relación había sido complicada, ella lo cuidó en sus últimos días. El cuerpo de Viserys estaba envuelto y su corona descansaba sobre él. Alicent soltó un suspiro y saliendo de la habitación.

Mientras tanto, la princesa Alice lloraba por su padre. Aunque Viserys no fue un padre ideal para todos sus hijos, fue un rey que buscó la paz en su familia. Alice sintió un dolor en su vientre, quejándose y tocándolo suavemente. El bebé nacería en pocos días, y Alice sabía que tenía que mantener la calma.

Recordó que su lealtad, en última instancia, era para ella misma. Aunque debía buscar beneficios en su entorno y actuar con cautela para evitar ser percibida como una amenaza, la prioridad era su propia seguridad y la de su futuro hijo. 

Las horas pasaron y Aemond buscó a Aegon por la ciudad, quien se había escapado de la fortaleza deseando vivir alejado. Finalmente, Aemond lo encontró y comenzó a perseguirlo. Aegon, buscando escapar, bajó unas escaleras y Aemond se lanzó sobre él, arrastrándolo por el suelo.

Aegon intentó liberarse, escupiéndole a Aemond en la cara. Sin embargo, Aemond no cedió y lo tomó firmemente del brazo.

—Te llevaré con madre. Ella quiere hablar contigo—dijo Aemond

—No quiero hablar con ella—respondió Aegon.

—Comprende que tienes que ser el rey.

—Hablaré con Alice, si no lo volveré.

Aemond cedió y llevó a Aegon de vuelta, el se encerró en los aposentos de Alice, donde ambos se encontraron. Aegon comía sin ánimos.

—Posiblemente todos vayamos a morir en esta guerra—Dijo él—Prométeme algo, hermana.

Alice asintió, ya acostumbrada a que le hicieran prometer cosas.

—Quizás intenten matarme... no permitas que eso pase. Prefiero que tú no lo hagas.

—No te prometo nada.

—Al menos prométeme que no estarás contra mí—pidió Aegon.

Alice tomó su mano e intentó sonreírle.

—Si tu no estas contra mi, entonces lo prometo—Respondió ella.

Aegon asintió y siguió comiendo el sentía que Alice era la única persona que lo entendía en esos momentos.

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¿Innocent beauty? -Jacaerys Velaryon- #1Where stories live. Discover now