Capítulo 27.

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antes de nada solamente quería deciros que os he echado de menos, a todas vosotras que me leéis, a Justin, a Lexie, a Finn, a Cedric, a todos los personajes de esta novela. y os quiero pedir perdón una vez más, lo siento. ahora, os dejo con el capítulo, que no es lo mejor pero... lo he intentado :) os quiero

Llegué a casa no mucho más tarde que Cedric. Se me hacía raro llegar y que, en vez de encontrarme con mi hermano, la persona a la que viera en el salón o en la cocina fuese Cedric, su amigo. Me llevaría un tiempo acostumbrarme a ello.

—¿Dónde has estado? —preguntó.

—Estaba en el centro comercial con Gwen.

Cedric asintió con la cabeza sin despegar la vista de la televisión mientras tenía los pies sobre la mesa. Se comportaba igual que Finn. Eso no me gustaba pero al menos me recordaba un poco a él. Desde que había llegado de Buffalo, mi hermano había sido la única persona que había estado conmigo a todas horas y separarme de él se me estaba haciendo complicado, al menos psicológicamente.

—¿Te apetece pizza para cenar? La verdad es que no me apetece mucho cocinar a estas horas.

Miré el reloj que había en una pared del salón y vi que eran las diez de la noche. Sí que era tarde, sí. Se me había ido el santo al cielo mientras estaba con Justin, y después del centro comercial, habíamos ido a su casa porque queríamos algo más de intimidad para hablar. Estuvimos hablando de todo lo que había pasado desde mi llegada y de todas y cada una de las veces que imaginó cómo era cuando Finn hablaba de mí.

—Vale, me parece bien.

—Bien —se levantó del sofá y se dirigió hacia la cocina, conmigo pisándole los pies—. ¿Carbonara?

Asentí. Cualquier tipo de pizza me parecería bien siempre y cuando fuese pizza. Agarró el teléfono que había en la cocina y llamó a la pizzería más popular de la ciudad para encargar una pizza carbonara de tamaño familiar. Yo no solía comer mucho por la noche, pero él parecía ser que sí.

En cuestión de minutos, no más de 10, el pizzero tocó al timbre de casa y nos entregó la pizza aún caliente. Cedric se ofreció a pagarla porque la idea de cenar pizza había sido suya, así que no se lo discutí. Ambos nos sentamos en el sofá y agradecí que la pizza estuviese partida en trozos.

—¿Qué tal el trabajo? —pregunté con la boca llena de pizza. Los modales se habían quedado en Buffalo.

—Bien, no ha venido mucha gente, así que no está mal.

Asentí y los dos hablamos de mis estudios, de la gente que había por aquí y de Finn. Me contó que se alegraba por él y que estaba deseando marcharse de aquí durante una temporada por problemas que había tenido con una chica. Estoy segura que la chica de la que habla era la misma que la del día que Finn me habló de ella, pero ni estaba segura, ni quería preguntar, ni me acordaba de su nombre.

En la tele estaban dando un partido de básquet al cuál no le estaba prestando mucha atención porque, sinceramente, no me gustaba el básquet. Era como el fútbol o fútbol americano. ¿Por qué hacían eso? ¿De qué servía? No era siquiera bonito. Me quité ese pensamiento de la mente y me recordé a mí misma llamar a Finn o hacer una videollamada con él.

Miré a Cedric y éste estaba concentrado en el partido a más no poder. Intenté establecer una conversación con él pero era imposible; el italiano estaba cerrado en banca completamente.

Rodé los ojos y suspiré. No sabía qué era peor, si estar con Finn o con Cedric en casa. No sabía cuál de los dos estorbaba más. Haciendo el máximo ruido posible fui hacia mi habitación y cerré la puerta detrás de mí y escuché un "¡ese genio!" desde el salón. Yo chillé un "¡es mi casa!" y él me respondió con un "¡es de tu hermano!" a lo cual me callé porque la verdad era que no quería seguir discutiendo con él. No estaba de humor.

Blackmailer ➳ j.bWhere stories live. Discover now