Capítulo 02.

14.1K 718 52
                                    

—Maggie, tranquila, te llamaré cada tarde. ¡No perderemos el contacto! Además, a final de cada trimestre te iré a visitar —dije intentando tranquilizarla—. No llores por favor.

Escuché como los sollozos salían de ella sin poder evitarlo. No me había podido despedir de ella por el hecho que mi vuelo salía a las cinco de la tarde y tenía que preparar la maleta por la tarde, ya que me quedé toda la mañana metida en la cama. Eso redujo mi tiempo hasta dejarlo en menos de la mitad.

—Mi vuelo está a punto de salir y hay un chico detrás de mí que no para de insistir en que apague el móvil porque no quiere matarse. Dice que es demasiado guapo para morir —dije, intentando imitar la grabe y dura voz que tenía el chico, a la vez que me reía a carcajadas cuando sentí un golpe en mi asiento, procedente de él—. Perdón —me disculpé avergonzada.

Escuché como Maggie reía haciendo que a mí también se me escapara una pequeña sonrisa. Había conseguido que dejara de llorar y que al menos, riera un poco. Eso me alegró. Odiaba ver o escuchar a mi mejor amiga llorar, y aún más si era por culpa mía. Porque en ese caso, era mi culpa.

—Ya que es demasiado guapo como para morir —imitó la voz que había puesto yo antes, pero esta vez no me llevé ninguna patada en la espalda procedente del chico del que hablábamos—, aprovecha un poco y socializa con él. No quiero que te quedes todo el viaje mirando por la ventana mientras piensas en tus cosas, como haces siempre —le reprochó son sentimiento de culpa, pero eso era lo que estaba pensando hacer.

—No me gusta hablar con gente, Mag, lo sabes mejor que nadie —suspiré—. Y tranquila, que si no hago eso me acabaré durmiendo. He dormido fatal esta noche, y estoy muy cansada.

—Pues entonces duerme y descansa, son bastantes horas —asentí, pero al darme cuenta de que no me veía, hice un sonido raro con la boca para que supiera que la estaba escuchando—. Llámame cuando aterrices, por favor —escuché como hablaba Maggie al otro lado de la línea—. Te quiero.

—Lo haré Mag, yo te quiero más.

Y sintiendo como empezaba de nuevo a llorar, colgué, deseando no tener que marcharme a Claremont con Finn.

—Le rogamos señores pasajeros que apaguen sus teléfonos móviles y que se abrochen el cinturón de seguridad. En unos minutos despegaremos. Gracias por su atención.

La voz de un hombre hablando y dándonos órdenes me hizo pensar en qué haría yo en Claremont. Apagué el móvil y lo guardé en mi bolso para después poder abrocharme el cinturón fácilmente. Los Ángeles estaba muy lejos de Buffalo, demasiado, diría yo. ¡Estaba en la otra punta de los Estados Unidos!

Buffalo era un pequeño y solitario pueblo donde no había mucha gente, pero a mí me gustaba que fuese así. Me gustaba lo tranquilas y pacíficas que eran las calles de él. No habían robos ni asesinatos a menudo, no tenías problemas con los vecinos y no habían niñatos bebiendo por cada esquina.

Los Ángeles era diferente. Grandes edificios por todas partes, gente inundando las calles y ruido destrozando tus oídos. Estaba segura de que no saldría a la calle sin mi iPod y mis auriculares.

Un sonoro suspiro que soltó el chico demasiado guapo para morir hizo que toda mi atención se centrase en la conversación que estaba teniendo con el hombre que estaba de pie en el pasillo, a su derecha, un poco más mayor que él.

—Lo siento, pero ese es mi asiento —dijo el hombre mirando su billete que tenía entre las manos.

—¿Qué? No, no puede ser. Mi asiento es el 29, como aquí dice —dijo el chico demasiado guapo para morir, enseñándole el billete al otro hombre y señalando algo en él.

Blackmailer ➳ j.bWhere stories live. Discover now