Capítulo 07

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Dedicado a mi linda Clau125  que no puedo creer que este por acá💜

Santi

*

Aquello podía ser una mala idea. Corrección: aquello era una mala idea.

Aun así, me encontraba despidiéndome de mis compañeros de banda con rapidez antes de que me hicieran demasiadas preguntas. Ya habíamos terminado los sets de esa noche así que supuse que no me extrañarían. Por su parte, a Pauli no le pareció raro que me fuera temprano de allí.

Salí del Buenos Aires Rock y me recosté de mi coche mientras esperaba a María Jesús, en el proceso decidí empezar un cigarrillo. No iba a negar que me había llevado varias sorpresas esa noche: primero, que asistieran algunos de mis compañeros de clases me cayó... bien. Fue reconfortante que me felicitaran después de la presentación, incluso el mismo Ricky. Cuando les envié la invitación, lo hice motivado por los nervios de que no fuera a haber un alma en el bar, con ningún tipo de esperanza de que gente como él o como Diego fueran a verme. Hasta Clara se había presentado. Por otro lado estaba María Jesús, cuyo acercamiento hacia mí pocos minutos atrás había sido una de las cosas que jamás hubiera entrado en mis planes, si es que hubiera hecho algunos.

Justo en ese momento la vi del otro lado de la acera, saliendo del boliche con su pelo un poco alborotado y una sonrisa cargada de emoción y miedo en su rostro. No caminaba con mucho equilibrio, así que casi me dio un pequeño infarto y estuve a punto de ir a ayudarla cuando la vi correr en mi dirección.

—Tenemos que irnos —me urgió cuando estuvo frente a mí. Su flequillo se le había adherido a la frente y sus mejillas parecían más rojas que antes.

—¿Estás bien?

—Vámonos —ordenó.

La miré, ceñudo, sin poder entender algo de lo que sucedía. No obstante, le hice caso porque parecía bastante segura de lo que me estaba pidiendo, e incluso sonó intimidante. Nos montamos en el coche y ella le dio unos golpecitos al tablero para que arrancara. Cuando finalmente lo hice y salimos de esa calle, bajé un poco la velocidad.

—Flaca, solo hay una regla si vas a estar en mi coche: nada de golpes. ¿Entendido? —Ella lo encontró un poco gracioso y apretujó su cartera contra su pecho con fuerza—. A ver, ¿por qué parecías una demente diez segundos atrás?

—Nada malo —respondió—. Es probable que Marina se moleste con nosotros luego, lo importante es que logramos zafar.

—¿Le dijiste que te venías conmigo?

—No exactamente. Parece una espía rusa o algo por el estilo. Solo le dije que me iba a casa sin ella y asumió que tú me ibas a llevar. Y digamos que el hecho de que yo me fuera corriendo y que les robara la botella de la mesa no contribuyó en nada.

—¿Hiciste qué? —Me giré hacia ella, sorprendido.

Se encogió de hombros.

—Tampoco me mires así, no es como si nos estuviéramos escapando para hacer algo malo. Me aconsejaste que rompiera un poquito el molde, ¿no?

—Sí pero no te aconsejé que robaras.

—Ya les pagaré a ellos la botella, además, la única molesta fue Marina. A Diego y Ricky les pareció graciosa la escena —se defendió. Agarró mi iPod, que estaba conectado al reproductor del coche, y empezó a pasar las canciones en aleatorio sin atreverse a dejar ninguna por más de tres segundos. Hizo una mueca de pereza—. ¿Qué clase de música es esta? Necesitas actualizar un poco. ¿No tienes algo de Taylor Swift, Nicky Jam, o al menos algún clásico de los Backstreet Boys?

Contracorriente © [EN LIBRERÍAS] [Indie Gentes #1] ✓Where stories live. Discover now