Capítulo 08

74.3K 7.8K 3.9K
                                    

¡Hola! Perdón por la tardanza. Aquí les dejo el capi de hoy y ya tengo el de mañana♥️

Dedicado a Pau_Rojass :)🤍

Maju

*

Mi cerebro comenzó a procesar una voz lejana, sin embargo, estaba demasiado cansada como para abrir los ojos. ¿Dónde estaba? ¿En mi casa? Poco a poco fui recordando que había venido a Buenos Aires, que vivía con los Righieri, que debía ir al colegio y que...

—De acuerdo, te espero —escuché.

Fue ahí cuando mi cuerpo se activó como si hubieran presionado un interruptor. Mis ojos se abrieron de golpe y me senté de inmediato, causando que todo diera vueltas alrededor. La voz era de Santiago, y cuando todas las imágenes de la noche anterior volvieron a mi cabeza de golpe, supe que me había quedado en su casa.

Volteé hacia donde se encontraba y lo vi guardar su celular en el bolsillo de su pantalón del colegio. Algunos botones de su camisa seguían abiertos y traté de no mirar su pecho como si con eso pudiera darle privacidad. Desde donde me encontraba podía percibir el olor a colonia, parecía lo único agradable de la situación. Paseé la mirada por el lugar, que lucía más como una casita pequeña que una habitación: yo me encontraba en una cama grande que estaba en la esquina, al fondo y alejada de todo; cerca de mí solo había una mesita de noche con un par de libros, una franela oscura y un muñeco de colección. Santi estaba junto a uno de los dos sofás que había y que estaban ubicados frente a un mueble con un televisor encima y un montón de cajas que parecían de juegos y películas; a la izquierda había algunos instrumentos musicales y del otro extremo tres puertas, bien separadas una de la otra.

—Flaca —me llamó, indiferente. Volví a verlo, ya se había abotonado la camisa, ahora cargaba los zapatos en las manos—, ¿te sientes mejor?

Fruncí un poco el ceño. Su pregunta detonó una puntada en la cabeza que me hizo sentir como si estuviera a punto de estallar. No mejoró nada cuando me di cuenta de que lo que tenía puesto además de mi ropa interior era una franela —de él, al parecer—. ¿Acaso habríamos...?

—Por favor dime que no... lo hicimos —pedí.

En mi mente rogué con más fuerza no haber perdido la virginidad con él y peor aún: ni siquiera recordarlo. Lo último de lo que me acordaba era que habíamos comido en McDonald's, no tenía memoria de lo que habíamos hablado en toda la noche pero sí sé que no nos habíamos besado. Al menos hasta ese momento.

—Me temo que sí —admitió, sentándose en la cama, guardando su distancia de mí—. No te dolió tanto como pensabas, aunque sí sangraste un poco.

—Ay no. No, no, no —solté, cubriéndome el rostro con las manos. Me prometí no volver a beber tequila más nunca por el resto de mis días. ¿Cómo se me había ocurrido hacerlo con él?

—Es un poco tarde para que te arrepientas —añadió.

Levanté la cabeza para dedicarle una mirada poco amigable. ¿Cómo había sido capaz de aprovecharse de mí de esa manera? ¿Acaso no le daba el más mínimo sentido de vergüenza admitir lo que había hecho? ¿Lo que habíamos hecho?

Cuando estuve a punto de acusarlo de todas las palabras despectivas que conocía, mis ojos detectaron algo que no estaba allí antes: tenía un tatuaje en mi muñeca. Cuando deslicé mi dedo por la piel que seguía un poco inflamada y roja, me di cuenta de que también me dolía —solo que el taladrante dolor de cabeza era capaz de opacarlo—. El tatuaje eran un sol y una luna, cerca uno del otro, algo bastante minimalista pero no por ello menos hermoso. Era el tatuaje que siempre me había querido hacer pero que jamás me había animado por miedo. Sonreí como tonta.

Contracorriente © [EN LIBRERÍAS] [Indie Gentes #1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora