Capítulo 14

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Dedicado a mi querida AvaDraw, que hizo un video promocional de Contracorriente de lo más lindo, es un dulce, y de paso, me tiene enganchada con una novela suya que se llama Cuervo. Si no tienen nada más que leer, "Cuervo" vale mucho la pena. Eso sí, Héctor es mío ;) ♥️

Hoy hay doble actualización. Este es el capi 1/2 de hoy :)

Maju

*

Me crucé de brazos intentando cubrirme el cuerpo con disimulo. No entendía porqué nos hacían ver clases de natación si ya estaba comenzando el otoño y ese viernes, particularmente, estaba bastante frío.

Me gustaba el frío, era algo diferente a lo que estaba acostumbrada. Para mis compañeros era un día "fresco" mientras que para mí era un clima navideño, de vacaciones, de esos que ameritaba usar gorritos de tela y te impulsaba a beber chocolate caliente. Mi cuerpecito caribeño no estaba acostumbrado a que eso fuera "fresco".

Habían pasado dos semanas desde la fiesta y desde entonces no había hablado más ni con Santi ni con Matías. Al haberlos bloqueado, a este último se le había hecho imposible comunicarse conmigo y preferí que así fuera. Aún no estaba lista para hablar con él, me sentía extraña, abusada, avergonzada. No tenía el valor de contarle lo sucedido y no sabía siquiera si iba a terminar creyéndome. Le prometí a Marina, de todas formas, que ese mismo fin de semana lo contactaría.

Por otro lado, la semana posterior a la fiesta, Santi intentó buscarme conversación un par de veces. Era muy orgulloso, así que jamás existió un tercer intento.

—¿Por qué me ignoras? —me había preguntado. Como nos sentábamos uno al lado de otro, no tenía mucha oportunidad de escapar de él.

—No te ignoro —contesté en aquel momento sin mirarlo, concentrada en mis apuntes.

—Sería ideal que lo dijeras mientras me miras a la cara.

Era exasperante. Me giré hacia él, no enfadada aunque sí con ganas de golpear algo.

—¿Qué te pasa? —insistió, acercándose a mí y apoyando sus brazos sobre mi mesa. Quise recurrir a la ayuda de Marina pero ella estaba en el pasillo, ya que aún era cambio de hora—. Pensé que después de lo que hablamos el sábado en mi casa todo estaba bien entre nosotros.

Nada estaba bien. Él no podía decirme que yo le gustaba, aparecerse como un príncipe azul, regalarme ilusiones, y luego ignorar mi existencia porque Pauli aparecía. Bueno, tal vez no me ignoraba, pero si él tenía un desastre con sus relaciones personales, no tenía porqué inmiscuir mis sentimientos en ello.

Me habría gustado decírselo todo, soltar lo que estaba sintiendo, pero cuando sus ojos oscuros se enfocaban en mí y me hacían sentir la protagonista de sus pensamientos, todo a mi alrededor se volvía borroso y mi interior colapsaba. No sabía si se trataba de los besos que me había dado, pero cada día lo veía más guapo, cada día pensaba que su sonrisa —cuando rara vez la mostraba— era tierna, y hasta sentía un torbellino en mi estómago cuando tocaba la guitarra en el patio.

—No me pasa nada, todo está bien —mentí.

Santi no era tonto y yo era una terrible mentirosa, por lo que se giró, ofendido y cansado, y no me habló de nuevo en todo el día.

Me insistió en otra ocasión pero volví a pasar de él, así que entendió el mensaje: que necesitaba tiempo, que todavía no quería hablarle. Y a pesar de que esos eran mis sentimientos, al mismo tiempo me habría encantado hablar con él, conocerlo más. Yo era una contradicción andante.

Contracorriente © [EN LIBRERÍAS] [Indie Gentes #1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora