Capítulo 18

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"Necesitaremos las últimas palabras de Williams antes de morir, mientras sube los 13 peldaños. Algo con mucha garra... Si quieres, te las inventas." Primera Plana. Billy Wilder.


—¿Cómo has estado últimamente? Eres el director más autosuficiente de todos los colegios que llevo.—Roberto se sentó en la misma silla que antes había ocupado Agoney y apoyó uno de sus tobillos en la otra rodilla, en lo que parecía ser su postura favorita.

—La verdad es que esto ha estado más o menos tranquilo —comentó Raoul. Todavía estaba un poco tenso por como Ago se iba a tomar la visita. Roberto guardó silencio unos segundos.

—Una pena —respondió al final con una mueca simpática.

Raoul lo miró a los ojos. Sabía que había sido un poco brusco con él la última vez que habían hablado y, con toda probabilidad, el hombre había debido sentirse desconcertado. Pero aún así, se mostraba amigable y bromista.

—No me quieras buscar jaleos, Roberto.

El inspector se rio y Raoul meneó la cabeza. Vio cómo se incorporaba un poco en la silla y sacaba unos cuantos papeles de su maletín.

—He venido para hacer la evaluación docente del equipo —aclaró. Raoul asintió en respuesta— ¿La de los profesores cómo va?

—Bien, la empecé esta semana. Sin problema.

—No esperaba menos de ti.

—Sí...—contestó el director, pero ya no le estaba escuchando.

Alguien acababa de entrar al despacho y estaba hablando con Alfred al otro lado de la puerta. Raoul espió por el cristal que los separaba. Era Jonás. Algo le estaba diciendo al secretario y Raoul se empezó a preocupar. Jamás venía a verlos para nada. Intentó prestar atención a lo que le decía Roberto, pero no podía apartar la vista de la ventana tratando de ver la cara del muchacho. ¿Habría tenido otro altercado con Manuel? Porque era lo que le faltaba al pobre chico.

—Raoul, ¿me estás oyendo?

El director desvió la mirada hasta fijarla en Roberto.

—Perdón —se disculpó.— No sabía si había un problema.—Volvió a observar por el cristal pero Jonás ya se había ido. Se intentó tranquilizar pensando que si hubiera sido algo grave, le hubieran avisado. Aunque igual Jonás lo buscaba por otra cosa. No, no estaba tranquilo y no quería perder el tiempo en papeleo. Con pocas ganas, se dirigió a Roberto de nuevo. —Bueno, ¿haces mi evaluación y luego llamo a Alfred y a Aitana?

—Sí. Claro.

—Genial.

Roberto no se entretuvo más, principalmente porque Raoul no le daba pie. Quería acabar con eso lo antes posible y averiguar si había pasado algo. Veinte minutos después, pudo por fin levantarse de la silla.

—Oye, Alfred —preguntó cuando fue a buscarlo —¿Qué quería Jonás?

—Una niña se había puesto enferma y ninguno de sus padres contestaban al teléfono.

La sensación de alivio que lo inundó, sorprendió a Raoul. Debía estar convirtiéndose en Agoney o algo.

—Vale, gracias. Oye, el inspector tiene que evaluarte. —Asomó la cabeza por la puerta y llamó al hombre que esperaba sentado.— Roberto, voy a avisar a Aitana, ¿vale?

Mientras tanto, al lado de la máquina de café, Agoney no se sentía tan tranquilo. Ricky debió notarlo cuando salió de la sala de profesores porque fue derecho hacia él.

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