Capítulo 27-Por la familia.

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—Yo soy quien tú necesitas—dije con el brazo en alto—Haré la misión.

La sala calló, solamente se oía el aire que corría de ventana en ventana, agitando las rotas cortinas que una vez llegaron hasta el suelo de los Malfoy. Ginny me observaba desde la negra silla y sus ojos parecían a punto de estallar, le había subido un tono rojo hasta las mejillas, estaba realmente enfadada. Draco, por lo contrario, no se mostraba enfadado, sino más bien preocupado, tenía una total expresión de decepción en el rostro y sus ojos se veían tristes y apagados. Quizá era porqué conocía a su prima y sabía que aunque ‘la misión’ no fuera a lo mejor muy complicada, el realizarla mal tendría sus graves consecuencias, y quizá también creía que yo no sería capaz de acatar las órdenes.

Lestrange, todavía de pie ante la larga mesa y todos sus participantes, sonrió con malicia y sacudió los negros cabellos.

—De acuerdo—Aceptó—No puedo negar la participación a alguien que se ofrece tan voluntariamente. ¿No creéis? —Les preguntó a los mortífagos, que rápidamente movieron la cabeza en señal de aprobación.

—¿Tiene alguna fecha límite, la misión? —pregunté con un hilo de voz y con la mirada posada en los agujeros negros que Vanesa tenía por ojos.

—Claro, querida— sopló ella, como si acabase de preguntar la mayor estupidez del mundo—Todo tiene una fecha límite. Tú tienes 48 horas.

Al escuchar aquello, algo se rompió lentamente dentro de mí. 48 horas eran muy pocas horas para todo y para nada, para decidir si contárselo a Harry, o no, para pensar espiarle y traicionarle, o no, para huir y para arrepentirme, para encerrarme en el baño y no querer salir jamás, o no. Estaba un poco asustada por haber asumido la responsabilidad. Respiré hondo e intenté  disimular el pequeño nudo que empezaba a sentir en mi garganta para así poder calmarme. Al fin y al cabo, no iba a ser tan tonta de demostrarle mi deslealtad a alguien que podría matarme en unos pocos segundos.

La reunión se terminó al fin, todos los mortífagos, Lestrange la primera, desaparecieron de allí tan deprisa como pudieron, dejándonos a Draco, a Ginny y a mí, todavía alrededor de la mesa.

—Creo que deberíamos irnos…—insinuó Ginny—Esto, tenemos que discutir en casa lo que acaba de ocurrir, Sophie. Yo tendría que haber aceptado aquello, no tú.

Mi cuñada se levantó, nosotros la imitamos.

—Pero…Tú no podrías hacerlo Ginny, sé cuánto le quieres…—susurré con la mirada clavada en mis zapatos.

—¿Y crees que tú si podrás? —preguntó con una triste sonrisa—También sé cuánto le quieres, y puedo afirmar que es mucho— me miró un instante y luego observó a Draco, que había permanecido callado des de hacía un buen rato. El rubio, al igual que yo, dirigía la mirada hacia el suelo. — ¿Draco? ¿Te encuentras bien?

Draco pestañeó rápidamente, abrió mucho los ojos durante un segundo y luego miró a Ginny como si hubiese estado perdido y acabase de encontrarse de vuelta.

—Perdona. ¿Qué decías? —preguntó tras fregarse los ojos con los nudillos.

—Te pregunto qué sí te encuentras bien.

—Sí, sí, de maravilla. ¿Nos vamos?

La pelirroja dudó de su respuesta, realmente creía que pasaba algo raro, sin embargo, aquel pensamiento no le duró mucho, ya que tras las palabras de Draco desapareció del comedor. Justo cuando yo iba a hacer lo mismo, para poder volver a casa, sentí como Draco me cogía el brazo, impidiendo así que me disipase entre toda aquella neblina negra.

—¿Por qué? —preguntó con un fuerte tono de reproche— ¿Por qué has tenido que hacerlo? ¿A caso eres idiota?

Miré su mano, que todavía estaba enroscada en mi brazo, Draco lentamente fue soltando la presión y retirando los dedos uno a uno.

¿Weasley o Malfoy? (2014)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora