Capitulo 15

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CAPITULO 15

Ciudad de Tartu.

Trece años antes.

Lo último que recordaba era caer desplomado sobre el suelo del zoológico. Singer había intentado sujetarlo, pero su cuerpo había convulsionado en sus brazos y había acabado resbalando hacia el suelo. Recordaba el golpe seco. La textura dura del hormigón bajo la cara. Nauseas. Después nada. Cuando todo pasó, completó los huecos de su memoria a través de cotilleos, testimonios vagos e incluso alguna publicación. La historia del joven desmayado ante el foso de los tigres, justo cuando éstos habían enloquecido, había conseguido ser durante meses el tema de conversación principal entre sus compañeros de estudios. Incluso el periódico había publicado la noticia. No sobre su desmayo, desde luego, sino sobre la conducta de los felinos. Pero el tiempo había dejado atrás toda expectación, sustituida por alguna otra novedad, y le había costado recopilar la información: Descubrió que días después del hecho, la noticia se había desvanecido para la mayoría y, la coincidencia con las pruebas de un nuevo avión por parte del ejército, se convirtió en la justificación popular. No tenía sentido sin embargo, de ser cierto, otros animales se habrían visto afectados. Pero la memoria colectiva tendía a ser mediocre y crédula y pocos dedicaron más de unos minutos para cuestionarse lo sucedido. Jensen entendió que había acabado siendo una más de "esas cosas" que pasan a pesar de que atentan contra la lógica, pero acaban por difuminarse entre muchas otras y nadie llega nunca a justificarlas del todo. La vaga emoción de inquietud que provocan se concreta en frases llenas de desconfianza, "la ciencia no puede explicarlo todo", "hay cosas raras en este mundo", pero acaban olvidándose al ser reemplazadas por alguna otra noticia. Tiempo después solo permanece ese poso algo inquieto que nos hace preguntarnos en qué tipo de mundo vivimos realmente.

Los rumores por otro lado poseían largo alcance. Jensen se había convertido, entre sus compañeros, en el chico del super oído. La teoría que más había calado entre éstos incorporaba una capacidad auditiva inusual por su parte, capaz de detectar en el aire las mismas sutiles depresiones que los felinos. El porqué el mismo fenómeno provocaba anomalías tan dispares como su inconsciencia, a la par que la locura en los animales, no parecía ofender ningún sentido común. Jensen solo pudo congratularse por hallarse en el último año. Habría arrastrado, el resto de su vida escolar, toda clase de apodos relacionados con aquel incidente. Más tarde logró deducir, del artículo y del conjunto de rumores, que, todos los felinos del recinto, habían reaccionado al unísono de modo desquiciado, la mayoría atacándose a sí mismos. Golpeándose contra las paredes del foso. Era lo primero que hacía, ahora que se le suponía recuperado y por fin se le permitía salir sin supervisión. Regresar al lugar. Necesitaba asegurarse de que los felinos se hallaban a salvo. Había tenido que esperar semanas desde que había despertado. Singer le vigilaba como una gallina clueca a sus huevos, y su tío había decidido prestarle atención por primera vez. Ninguno de los dos parecía capaz de entender porque necesitaba regresar. Tenía que asegurarse de que los animales, que había llegado a considerar como amigos, aún seguían allí, a salvo.

Conocía bien el parque, podía dibujar un mapa exacto con los ojos cerrados, pero se le antojó distinto, de un modo indefinible, esa mañana. Quizá llevaba demasiado tiempo sin salir al exterior. El camino al recinto de los felinos no había cambiado ni una sola piedra ni una brizna de hierba, y sin embargo, sintió una extraña aprensión al recorrerlo. Cuando llegó al pie del foso sintió el miedo a avanzar mordiéndole los intestinos. Quizá no estarían allí, las miradas que reconocía, familiares y cálidas. Las nauseas retomaron, las achacó al brebaje que le había devuelto a la vida, pero continuó allí inmóvil, a varios metros, sin atreverse a avanzar. Había sobrevivido, pero quizá ellos no. Ni siquiera había podido tocarles nunca, no eran sus mascotas, nunca había tenido ninguna en realidad. No existían lazos afectivos. Solo que sí. Le importaban, eran amigos, incluso... Jensen intentó digerir el sentimiento encontrándole algún sentido, no lo tenía pero estaba ahí, claramente escrito en su interior. Eran familia. Nadie se lo había aclarado, si seguían con vida o cuantos lo hacían. No lo sabía. Había estado fuera demasiado tiempo. La mayoría inconsciente. Pero, desde que había abierto los ojos de nuevo, habían pasado semanas y no había podido regresar hasta ese momento. Le asustaba inclinarse sobre la valla de separación y hallarlo vacío, o quizá encontrarse con rostros extraños. Había sobrevivido, después de meses de agonía. Pero ni siquiera sabía a qué había sobrevivido.

Linaje. (WIP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora