CAPITULO 22

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CAPITULO 22

Ciudad de Tartu.

Actualidad.

El detective avanzó por la habitación con una expresión tan tensa en el rostro que Jensen se preocupó un poco. No iban a poder partir de cero si se sentía tan claramente incómodo. Pero, cuando tomó asiento ante él y le miró, le volvió a sonreír con labios, dientes, ojos y rostro, y extendió su mano para saludarle como si no se conocieran. Eso le hizo sonreír y le siguió el juego.

-Jared Padalecki, policía criminal de Tartu.- le informaba sin dejar de sonreír. Le dio la mano, presentándose a su vez.

-Jensen Ackles, director del departamento de Arqueología de la Universidad. – la sonrisa del hombre se ensanchó, confirmándole que no se equivocaba al querer empezar de nuevo con el hombre. Jared sonrió, y luego meneó la cabeza divertido, como disculpándose y burlándose de sí mismo, todo al mismo tiempo. El gesto le mostró otra faceta suya. Era un hombre grande, con autoridad, firme (en todos los sentidos, matizó interiormente), pero aquel ademán hablaba de una persona diferente. Le gustaba lo que implicaba. Una mueca insegura, que era casi un puchero, precedió su comentario.

-Hum, no me juzgues por esto, pero ¿podrías moverte un poco?. -Jensen le miró confuso. ¿Moverse? ¿Hacia donde? ¿Es que no le gustaba el lugar? Le costó procesar la petición hasta que el detective se lo aclaró, tropezando con cada palabra. -No, no del local, me encanta el sitio, vengo con frecuencia, no es posible que tú también o te habría visto, quiero decir que no podría no haberte visto, seguro - tomó aliento- no es el sitio, es la luz, la luz- señaló la fuente de luz que caía directamente sobre él. Creyó entender.

-Oh, ¿te deslumbra? –entonces le vio sonrojarse hasta la raíz del pelo, por un segundo le desconcertó, parecía muy mayor para reaccionar así, pero entonces se miró a sí mismo en el reflejo del cristal de la ventana. La luz del farol que iluminaba la mesa, caía directamente sobre él, creando la ilusión de un aro de luz que le hacía parecer casi un ser de otro mundo. Jensen se sorprendió de su propio reflejo y entonces entendió la reacción del hombre. Sintió que ahora era él quien estaba un poco sonrojado. Se movió para alejarse del inoportuno haz y suspiró, escuchando el suspiro simultáneo del otro. Se miraron, algo cohibidos, y entonces el policía se encogió de hombros y le confirmó lo evidente.

-Realmente deslumbraba.- le sonreía al admitirlo, y luego bromeó con que debería haber traído sus gafas de sol. Fuera seguía nevando, y el comentario les hizo sonreír a ambos, aunque no era especialmente brillante. Pero esa primera broma abrió el camino y de pronto estaban bromeando sobre todo y sobre nada. Parecía una buena estrategia para relajar el ambiente, y resultó que tenían el mismo sentido del humor. Aunque supuso que su compañero de mesa buscaba relajar la tensión igual que él, después de varios intercambios de pullas suaves, adivinó que también era su naturaleza. Le gustó que mantuviera sus bromas siempre bajo una línea invisible, pero cautelosa, sin traspasar los límites que podrían ofender de alguna manera. Pullas inofensivas y bienintencionadas. Le gustaba también como la risa estaba disolviendo la tirantez inicial.

Al cabo de un rato había dejado de pensar en él como el hombre alto, el policía o el detective. Se había convertido en Jared y le sorprendía lo fácilmente que había sucedido. La atracción sexual continuaba allí, casi una presencia física entre los dos, pero ya no imponía su tiranía. Empezaba a sentirse como una inquietud agradable, un lenguaje secreto que se desplazaba sutil entre ellos, a lomos de miradas que se prolongaban un poco demasiado, o se detenían unos segundos innecesarios sobre el cuerpo ajeno. Ambos empezaron a ser conscientes de aquella corriente que fluía entre los dos como algo sólido. Jensen podía verlo en el otro, pero cuando le sorprendía observándolo de aquel modo, la sonrisa acudía a ambas bocas, tácitamente admitiendo la atracción, pero sin sentirse obligados a hacer nada con ella, por ahora. En voz alta podría haber alegado que ambos entendían que el deseo, que les había empujado antes, no había desaparecido, pero podían usar el argumento de que el sexo en público, sobre todo sexo gay en público, les traería problemas a ambos, y estando descartado, parecía buena idea conocerse un poco mejor. Pero más bajito sentía que se había establecido otra comunicación entre los dos, mucho más subterránea pero igual de real, y que aquella necesidad de sentirse y tocarse parecía haber aflojado un poco su dominio, quizá porque, tácitamente, se daba por sobreentendido que, el tiempo de consumarla, llegaría.

Linaje. (WIP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora