• 02

228 39 0
                                    

• Capítulo Dos

Mad inició sus clases en una institución de paga cercana a su localidad, en donde todo parecía ser normal, a veces aburrido, a veces interesante cuando ocurría algo inesperado, rumores o peleas entre sus compañeros.

Pero todo cambió, volviendo su vida más que intrigante.

Una mañana de octubre, cuando iba subiendo las escaleras para dirigirse a su aula, un chico alto, de tez pálida y fisonomía atractiva, corrió a una velocidad impresionante, bajando las escaleras sin cuidado alguno, pero Madison no parecía prestarle atención hasta que la multitud provocó que aquel chico chocara contra ella, empujandola levemente.

—¡Hey! —Lo miró.—¡¡Fijate por donde caminas!! —Reclamó y todos los jóvenes que la rodeaban le miraron extrañados, cosa que le importó poco, siguió su camino hasta el salón.

Las clases se volvían eternas cuando más deseaba que el tiempo pasara rápido, el reloj en lugar de avanzar se detenía en el mismo minuto, como si se congelase. A la hora de receso solía pasarlo con su amiga Valeria, compartiendo el desayuno, hoy sería la excepción pues no había asistido, asique lo pasó solitaria, tomando asiento en una de las bancas de piedra bajo un árbol del jardín, frente a las canchas de fútbol. El cielo lucía despejado, pero eso no anunciaba la posibilidad de omitir la lluvia, todos los días el clima era igual al atardecer.

Entonces sucedió.
En medio de la tranquilidad de Madison, aquel chico se atravesó frente suyo causando que sus miradas se fijaran un instante.

—¡Oye tú! —Gritó para detenerlo, pero pareció haberle dicho que se alejara, él corrió más a prisa, perdiéndose en el pasillo hacia los salones, ella no perdería la oportunidad, le intrigaba conocer a más personas, por lo que le siguió, viendolo subir a la segunda planta, corrió en esa misma dirección para alcanzarle, pero al llegar al pasillo le perdió de vista entre tantos estudiantes. No vale la pena seguirle más. Se dijo a sí misma, con el almuerzo en sus manos caminó hasta su aula para guardarlo y poder cambiar a la siguiente aula, el timbre no tardaría en sonar para concluir el receso.

Apenas abría su mochila cuando sintió una mirada penetrante de nuevo, él la miraba desde el marco de la puerta con un semblante serio. Después de tanto correr no parecía estar agotado, no había ni la más mínima gota de sudor en su rostro.

—¿¡Hola?! —Alzó la voz. —Eh... ¿A dónde fuiste? Te seguí pero te esfumaste. —Cuestionó ella, esbozando una sonrisa.

—Tenía que hablar con alguien. —Respondió él.

—Mmh, ¿y por eso corriste cuando te hablé?

—Lo siento. —Parecía ser alguien cortante durante esa breve conversación.

—¿Cómo te llamas? —Alcanzó a preguntar antes de que el timbre anunciara la hora de clases, el chico no pronunció palabra, se quedó mudo, agachó la mirada y dió media vuelta a punto de irse.

—Te lo diré luego. —Logró decir antes de marcharse, dejando a Mad sin palabras.

3:00 PM.

Era la hora de salida, ella lo buscó impaciente, la mirada no le resultaría suficiente para encontrarlo en ese momento. Terminó marchandose antes de poder volver a verlo.

Mi Vecino No Existe © Reedicion Where stories live. Discover now