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• Capítulo 4

Dormía profundamente, siendo atormentada por pesadillas inmensamente extrañas.

Había un candelabro antiguo que a penas iluminaba, mientras sobre el reflejo del agua de una tina se distinguía un rostro difícil de reconocer.

Al voltear estaba aquel chico, mostrándose serio y al intentar tocarlo, comenzó a incendiarse todo, haciéndole despertar de esa horrorosa pesadilla.

Despertó sudando, escuchando la llovizna de fondo, eran alrededor de las nueve y decidió levantarse para mirar por la ventana la casa vecina, esa que quedaba exactamente frente a la suya. Tras unos minutos de pensamientos profundos, se dirigió a la planta baja ante el llamado de su hermano y se sentó en el comedor, observando como él venía con una jarra de jugo de naranja.

—Madison, ¿estás bien? —Preguntó con un gesto de preocupación.

—¿Por qué?

—No sé, me pareció haberte escuchado llorar. —Le dió un generoso sorbo a su bebida.

Frunció el ceño. —¿Llorar? No. —No recordaba haber llorado en ningún momento y todo lo que le dijo su hermano era extraño.

—Mmh... —Desvío la mirada. —No estoy seguro de si fuiste tú. —Continuó. —Se escuchaba diferente. —Ambos guardaron silencio un segundo, pues no sé hallaba nadie la en casa, solo ellos.

—¡Nicolás! Deja de jugar con tus historias. No es divertido, me das miedo.

—No, yo no jugaría con algo tan serio.

—Bien, igual no importa solo desayunemos.

—Por cierto, saldré con mi novia a ver una película ¿vienes?

—Mmh, no gracias prefiero estar en casa. —Le dedicó una amplia sonrisa.

El tiempo transcurrió, su hermano se había marchado así que con todo el aburrimiento se dedicó a limpiar la casa para cumplir con sus deberes, ansiaba visitar a su mejor amiga, por lo que se apresuró. Cuando estuvo por terminar recordó que aún le faltaba una tarea por hacer, con toda la calma se sirvió un vaso de agua, subió las escaleras hacia su habitación y se detuvo en seco frente a la puerta al escuchar el llanto de un hombre, unos escalofríos le recorrieron, el miedo se propagó por todo su ser, temía descubrir quien estaba dentro y aún así se armó de valor, abrió lentamente la puerta, pero decidió bajar las escaleras velozmente cuando vio una sombra en el fondo de la pieza, tomó las llaves decidiendo que no volvería entrar a casa hasta que su hermano llegase. Estaba aterrada.

Mi Vecino No Existe © Reedicion Where stories live. Discover now