• 05

143 26 3
                                    

• Capítulo 5

Permaneció sentada sobre la orilla de la banqueta, esperando a que su hermano llegara en salvación al día.

Y finalmente decidió pasearse junto al mar para despejar su mente, pues su hermano brilló por la ausencia.
Se sentó en la arena, disfrutando del sonido del aire y las olas, no habían pasado más de diez minutos cuando escuchó las pisadas de alguien viniendo, al voltear se encontró con ese rostro conocido.

—Hola. —Dijo cortante, uniéndose a ella, quien le observó directamente en un análisis rápido.

—¿Estás bien? —Preguntó ella al notarle los ojos rojizos.

Él de inmediato apartó la mirada, sonriendo ligeramente. —El otro día ya no me presenté. —Evadió la pregunta de Madison.

Ella guardó silencio un segundo, no iba a seguir preguntando algo que él no parecía querer responder.

—Soy Lyonel Schaldemose.

—Mucho gusto, ¿puedo llamarte Leo?

—Por supuesto.

—Yo soy Madison, pero puedes llamarme Mad. —Le dedicó una sonrisa.

—Un placer.

—¿Qué te trae por aquí?—Se acomodó para mirarlo mejor.

—Eh... —Pensó un instante. —Vivo cerca de aquí, no es un buen día y por eso he venido. —Responde sorbiendo la nariz.

—¿Pasó algo malo?

—No es nada, tan solo extraño a mi familia.

—No quiero entrometerme, pero ¿le pasó algo a tu familia?

—Es difícil de explicar. —Agachó la mirada.

—Sabes que puedes desahogarlo, digo, quizá no nos conocemos, pero cuenta conmigo.

—Me he quedado sin familia. —Logró decirlo mientras movía los pies en la arena.

—Oh... Lo lamento mucho. —Expresó preocupada.

—Desde entonces me siento solo.

—No estás solo, desde ahora puedes contar conmigo. ¿Amigos?

Asintió.

—¿Tienes número telefónico?

—Claro. —Se lo dictó con calma hasta que ella lo agendó.

—Mad, te haré una pregunta. ¿Pasas los recesos sola?

—No, aquel día que nos vimos en la escuela, no asistió mi amiga.

—Ya veo, yo no tengo amigos.

—¿Por qué?

—No importa la razón.

La playa estaba casi vacía, aún no eran vacaciones, Mad y Lyonel estaban comenzando a aburrirse, quedándose sin temas de conversación.

—Creo que ya me voy. —Ella se levantó primero.

—¿Dónde vives?

—A unas cuadras.

—¿Quieres que te acompañe?...

Y así fue como ambos se encaminaron hacia Villa Magna, donde casualmente Lyonel también vivía, se detuvieron al llegar a la calle.

—Muchas gracias por...

—Qué curioso, yo también vivo aquí, en esa casa. —Señaló la del frente.

—¿En serio? Nunca te había visto salir de ahí. —Comentó extrañada.

—No siempre salgo.

—Mmh.. Pues qué creés a partir de ahora podemos salir y perder el tiempo. —Sonrió. —¿Qu-quieres pasar? —Sabía que no era una gran idea invitar a alguien que no conocía, pero no le importó. —Han pasado cosas extrañas en casa y, me da miedo.

Tras pensarselo unos segundos decidió aceptar la invitación, durante horas la pasaron jugando videojuegos en play-station hasta que llegó su hermano, el portazo retumbó en la casa.

—Espera un segundo, ya llegó mi hermano, ahorita vuelvo. —Dijo Mad dejando el control en la cama para ir por su hermano y presentarle a Lyonel, lo que ella no se esperaba es que él desaparecería.

Cuando volvió con su hermano a la habitación se quedó perpleja, pues todo estaba en completo orden, la televisión apagado, la consola en su lugar y únicamente la ventana abierta, como en señal de que él la había abierto.

—¡Oh vaya Mad! Esto es extraño ¿tienes un amigo que no existe? —Frunció el ceño y a la vez no pudo evitar reír. —Hermanita creo que necesitarás un psicólogo, ¿no creés que ya estás grande para jugar así?...

Mi Vecino No Existe © Reedicion Where stories live. Discover now