Capítulo 8

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VIII

Al llegar a Afgelith lo primero que hicimos fue dormir, habíamos llegado a casa en la madrugada cuando el sol todavía no salía y la luna iluminaba las calles de Afrly.

No había podido dormir en lo que restaba de la noche, por más que diera vueltas en la cama el sueño no terminaba de dominarme. Había estando pensando en que aún tenía la posibilidad de que pudiéramos comprar la residencia de Lady Jaidee y así no tener que contraer matrimonio con Nathaniel.

No esperé a que el sol saliera cuando salí de nuestra vivienda a la de Yesenia, necesitaba hablar con ella y desahogarme.

Cuando estuve frente a su puerta, toqué una y otra vez, pero no abría, adentro no se escuchaba ruido alguno, tal como si la casa estuviera nacía.

Al cabo de unos segundos la puerta fue abierta, dejando ver a una Yesenia con el cabello desordenado, ojeras que hacían parecer que no había dormido en días y los labios resecos a más no poder.

—¿Qué te sucedió? —quise saber, al verla en ese estado.

—El whisky me sucedió —dijo.

—¿Por qué estás así? —cuestioné, entrando a su casa.

—Porque, al parecer, Jeison piensa que soy una estúpida —bufó. Caminó hasta enmedio de la sala y se acostó en el piso con las manos y los brazos extendidos—. Mañana será el cumpleaños de Eduviges, y él, cómo acompañante llevará a la hija de un marqués, ¡la hija de un marqués! No a mí.

—Justo de eso quería hablarte —murmuré.

—¿De la hija de un marqués? —cuestionó.

—No. Del baile —aclaré.

—Sí. Es un asco. Suerte que no iremos. No soportaría ver a Jeison de la mano de... Esa.

—Sí iré.

A penas lo dije ella me echó una mirada de confusión absoluta.

—¿Irás! Creí que no tenían el dinero suficiente para viajar de un reino a otro —comentó.

—No iré con mi familia, iré con la familia de Nathaniel. Al parecer fueron invitados y quiere que vaya.

—Me alegro por ti.

—¿Crees que no debería ir?

—Creo que deberías tomarte una botella de whisky conmigo.

—Hablo enserio.

—Yo también.

—No estoy lista para volver a ver a Nathaniel —confesé.

—Entonces deberías taparte los ojos —sugirió.

—No estoy lista para casarme —aclaré, con más detenimiento.

—Supongo que nadie nunca lo está, es una decisión que simplemente se toma sin saber qué sucederá, no en tu caso, lo tuyo fue forzado.

Tenía razón. Yo jamás habría tomado tal decisión tan de repente. Y no estaba lista para para eso, ni lo estaría cuando llegara el momento de decir acepto frente al altar.

—¿Dónde está tu madre? —cuestioné, en cuanto noté que no había rastro de ella.

—No está, fue a Lennox a ver a mi tía Estefanía.

Eso explicaba porque estaba tomando tan tranquilamente. Si madre no se encontraba en Afgelith y no había quien le reprochara por estar tomando tan temprano.

Afuera se comenzaban a escuchar algunas gotas golpeteando contra el cristal de la ventana.

—Lo mejor será que me haya antes de que llueva —comenté.

El Juego Del ReyWhere stories live. Discover now