Capítilo 21

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XI

Tras la puerta se encontraba el menor de los Prescotts con una expresión de asombro total.

—¿Cierro la puerta? —dijo, con preocupación total en el rostro.

Elian de inmediato se alejó de mí y salió lo más rápido que pudo.

—¿Se iban a besar? —preguntó curioso Erick en un susurro.

Seguía pasmada ante lo sucedido, muy a penas pude negar con la cabeza.

Erick siempre se mostraba en los periódicos con expresión seria, pero aparentaba ser demaciado curioso.

—Lamento haberlos dejado aquí tanto tiempo —comenzó a explicar—, creí que ya habrían podido abrir la puerta.

—¿Fuiste tú quien cerró la puerta?

—Necesitaba descansar de Elian.

—Debo volver a mi habitación.

—Claro, claro —farfulló.

Sin más, salí directo a la habitación.

No había sido consciente del sueño que tenía hasta que, al tocar a penas la cama, ya había quedado en un profundo sueño.

A la mañana siguiente podía escuchar demasiados pasos al otro lado de la puerta.

Salí de la habitación mientras trataba de arreglar mi cabello. Josseff de encargaba de sacar las pocas maletas de la habitación de Harriet y Annie. Desconcertada, caminé a la sala en donde se encontraba Catalina con Harriet, los dos estaban de pie conversando a una muy diminuta distancia.

En cuanto Catalina me vio entrar a la sala, se alejó de Harriet, él volteó a verme de tal manera que me hizo saber que había arruinado el momento con mi presencia.

—Lamento interrumpir.

—No lo lamentes tanto —dijo Harriet de mala manera. Dio media vuelta y caminó lejos de nosotras.

—No lo tomes personal, Evangeline. Harriet solo está de malas.

—¿Eso es lo que te ha dicho? —cuestioné.

Asintió.

—Pero pronto lo podré alegrar.

Levanté una ceja ante su comentario, a lo que me respondió con una sinica sonrisa.

—Es una lastima que Annie se la pase encima de él.

—Es su prometida.

—Pero Harriet está en la completa libertad de acostarse con quién quiera —bufó.

Era casi irreal lo que acababa de decir.

Para mi suerte, apareció Henry mientras deslizaba el anillo en su dedo anular de arriba a bajo.

—Les daré privacidad —murmuró Catalina. Salió de la sala no sin antes mirar de arriba a bajo a Henry y guiñarle un ojo.

—Creo que me acaba de desnudar con la mirada —comentó, haciendo una mueca.

—Creo que le gustas.

—Es una lastima que a mí me interese alguien más.

—Debe ser afortunada —intenté desviar la mirada. No quería entrar en un incómodo momento con Henry.

Me tenía sin cuidado el que Henry tuviera el más mínimo interés en mí, no estaba tratado de tener ningún romance con alguien, estaba tratando de mantenerme viva. Aunque bien podría aprovecharme de Henry y hacer que me saque de aquí, después vendría el plan para liberar a Damián.

El Juego Del ReyWhere stories live. Discover now