Capítulo 22

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Elian

Había pasado una tarde horrible encerrado en el ático con la pelirroja hasta que llegó Erick a mi recate a abrir la puerta. No pude esperar más a salir de ahí.

Casi al llegar a mi oficina, Josseff se interpuso en mi camino con una carta en sus manos.

—Es de su padre, majestad —dijo respecto a la carta sacándola a relucir.

Tan solo escucharlo me causó náuseas. Nunca había considerado a Jeremy mi padre; era un ser insignificante y miserable más. En algún punto, Josseff llegó a decir que debía comenzar a llamar a Jeremy como mi padre, pero él jamás había tenido la más mínima intención de tratarme como hijo, no siquiera como persona. No tengo por qué tenerle el más mínimo respeto.

Aunque me fue inevitable que no me tomara por sorpresa. Desde que Jeison iba a ser rey, se tomó la molestia de desaparecer un par de años.

Tomé la carta y me senté del otro lado de mi escritorio a leerla.

Me fue inevitable no estar al borde de ahogarme con mi propia saliva de la impresión.

La carta no venía si quiera en un sobre con un cello, era más que una hoja maltratada doblada por la mitad.

—¿De dónde has sacado esto? —cuestioné.

—No creo que le guste la respuesta.

—¡Te he preguntado que de dónde la has sacado! —no pide evitar ponerme a la defensiva de inmediato.

Era tan simple como acatar una orden y contestar de dónde provenía la carta. Pero claro que Josseff le tenía que dar vueltas al asunto antes de responderme.

—La princesa James ha venido hasta aquí a traerla.

Eleonor no tenía por qué tener esa carta.

—¿Dónde está ella?

—En la sala principal.

No esperé a que dijera algo más y fui directo a la sala. Quién se creía que era para venir aquí descaradamente. No le interesaba nada más que el dinero que le pudiera ofrecer Damián.

No habría otra razón por la que Eleonor tuviera que estar aquí que no fuera por Damián, pero eso no explica la carta de Jeremy.

Estaba sentada en el sillón mientras tenía la mirada perdida en el pasillo al fondo y los dedos de las manos entrelazados sobre su misteriosa inflamada panza.

Fui directo hasta donde ella, mi rostro quedó a centímetros del suyo mientras recargaba las palmas de mis manos en el respaldo del sillón.

—¿Dónde está él? —le interrogué.

No más que una sinica sonrisa mientras pude notar que se le aceleraba la respiración por la impresión.

—Deberías tratarme mejor si quieres saberlo.

—No tengo por qué hacerlo, porque vas a decírmelo.

—¿Por qué tan seguro?

Tomé su muñeca con fuerza y tiré de ella haciéndola poner de pie en un segundo.

—¿Cómo conseguiste la carta? —pregunté, ahora más tranquilo.

—Tengo mucha información que te podría interesar, pero para eso me gustaría negociar contigo, es sobre D...

—¡Te hice una pregunta! —. Tiré más fuerte ahora de sus dos muñecas.

Comenzaba a desesperarme que no quisiera darme las respuestas que necesitaba.

—La cual voy a responder después de que me digas dónde tienes a Damián.

—Estará metros bajo tierra si no dices algo respecto al paradero de Jeremy.

—¿Para qué querrías saberlo?

Sus respuestas comenzaban a tener menos incoherencia cada vez.

—Para darle un gran premio, Eleonor, para eso.

Sus ojos de inmediato cayeron en un círculo de incredulidad mientras fruncía ligeramente en ceño.

—Yo se lo podría entregar...

Antes de que pudiera terminar de hablar, la tomé fuertemente del cuello, no me detuve a medir la fuerza con la que la tomé, sus pies dejaron de tocar el suelo y sus manos fueron hasta la mía para intentar zafarse de mi agarre.

—¿Dónde está Jeremy?

—Antes de decírtelo me gustaría saber donde está Damián.

—No estás para pedir información, eleonor.

—¿Por qué no? —se acercó a mí de una manera inusual, por no decir que estaba tratando de lucir provocativa—. Yo podría concederte información al igual que tú a mí.

—El punto es que no quiero darte información.

—Creí que no querrías, es por ello que estoy dispuesta a ayudarte a quitarle el trono a Jeison...

No pude evitar soltar una irónica carcajada antes de dejarla terminar la oración.

—No imagino cuan enamorada debes estar de Damián para comenzar a alucinar que quiero quitarle el trono a mi hermano.

—Ya lo hiciste una vez, ¿o es que no te acuerdas?

Había estado sabiendo modular mi temperamento hasta ahora, pero realmente Eleonor sacaba a relucir momentos del pasado en las ocasiones menos oportunas.

La tomé de los brazos bruscamente la atraje un poco a mí, no sim dejar espacio de por medio.

—Vas a decirme dónde está Jeremy —le ordené.

Puede sentir como se aceleraba su respiración y pasaba saliva.

No iba a decir nada, no así.

Tomé sus antebrazos y la encaminé por los pasillos. Sus pies estaban casi pegados al piso; se negaba a caminar, pero su mínima fuerza no era nada comparada con la mía que la hacía caminar así no quisiera.

Al llegar a los calabozos, miraba a su alrededor con horror, trataba de cerrar los ojos pero seguía mirando. Era normal el alguien como ella que jamás había puesto un pie en algún otro calabozo.

—No es necesario hacer esto, Elian —dijo en un hilo de voz.

—¿Hacer qué? Lo único que estoy haciendo en unirte con tu amado.

Quedó perpleja al ver a Damián tras una celda tirado en el suelo con manchas de sangre por todos lados y la ropa echa pedazos.

Abrí la reja frente a ella y, muy a la fuerza, metí a Eleonor ahí. Damian aún estaba lo suficientemente inconsciente para darse cuenta de lo que sucedía, eso o era la falta de luz aquí.

—No puedes dejarme aquí, si no regreso por la mañana vendrán a buscarme.

—Y esperemos sea Jeremy el que venga por ti.

—Lo hará, y cuando así sea, te habrá desterrado.

—Ya seremos dos los desterrados, contando al pequeño Damián que viene en camino si no colaboras.

Fui hasta mi habitación a intentar conciliar el sueño, pero me era imposible.

¿Por qué habría Eleonor de tener una carta de Jeremy? ¿Por qué no la envío el directamente? Claro que no lo haría, no sí no quiere que sepa dónde está, pero eso no es motivo para hacer traerla aquí a Eleonor, ella no tiene por qué saber algo que yo no, podía tener realmente información de la cual no estoy informado.

Fui hasta la alacena y tomé una botella de vino. Tomé media botella en mi habitación pero por más ebrio que intenté estar, las preguntas seguían sin abandonar mi mente.

Salí hasta los establo aún con la botella en mi mano, y de ahí todo se tornó borroso hasta que ví una luz que me impedía abrir los ojos, escuché los pasos de alguien, pero no eran de una persona; eran mas pesados; como de un animal.

Al instante intenté abrir los ojos, pero solo pude ver una mancha de cabellos naranjas sobre mí

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El Juego Del ReyWhere stories live. Discover now