EXTRA- Misael y Megan

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Nota antes de comenzar con el capítulo.
No hace falta que lo lean para comprender lo que sigue de la trama, solo es un extra de cómo se conocieron Misael y Megan, y espero lo disfruten porque realmente me emociona escribir este extra de ellos.

Prescott
Era 18. Década 3

Misael

Golpeaba una piedra con la punta de mi zapato mientras caminaba por el palacio delantero del palacio.

Mis padres insistían en que debía aprender cosas de mi padre, como hacer negocios y las cosas que él hace.

Estaba a punto de llegar al palacio donde mi padre tendría una junta de negocios. Mi madre había insistido en qué viniera, pero no quería, no tenía nada que hacer aquí.

—¡Oye! —grité cuando dos chicas casi de mi edad pasaron corriendo y una de ellas me golpeó en el hombro.

Las dos se detuvieron y voltearon a verme. Las dos eran de piel clara, una era rubia mientras que la que había chocado conmigo tenía cabellos cafés.

—Fijate por dónde pasas —dijo la morena.

—Solo si tú te fijas por dónde corres —objeté.

Pasé a un lado de ellas y seguí mi camino cuando fui interrumpido.

—¿Cómo me hablaste? —cuestionó ella.

—Megan, déjalo —murmuró la joven a su lado.

—No, Mara, él es un idiota —respondió ésta.

—¿Cómo dijo? —cuestioné.

—Lo que escuchó —habló firme.

La rubia la tomó del antebrazo y pasaron a un lado de mí sin decir más.

A penas dieron unos pasos, noté que se le había caído un listón azul en el césped. Giré a verlas, pero ya iban demaciado lejos para alcanzarlas.

Tomé el listón del césped y caminé hasta dentro del palacio en el que ya debería de estar mi padre. Más valía que me apresurara, a mi padre no le gustaba esperar.

Nunca había venido al palacio, por lo que era fácil perderme, aunque supongo que podría simplemente entrar y preguntar a un guardia del palacio acerca de la oficina del rey, justo donde se daría la junta de mi padre.

—¡Camina! —escuché, del otro lado de la pared de entrada.

De inmediato reconocí la voz y fui a asomarme para confirmar lo que precisamente había sospechado. Era ella. La misma chica que había chocado contra mí hace unos minutos en el patio delantero del palacio.

Estaba intentando que un caballo se moviera, sin embargo él no lo hacía.

—¿Quieres ayuda? —sugerí.

—Claro que no —respondió, de mala gana—. No necesito tu ayuda.

Mi madre siempre me había enseñado a otorgar de mi ayuda cuando hacía falta, pero ella no quería de mi ayuda, así que no iba a insistir.

Me di media vuelta decidido a volver al dentro del palacio.

—¿Qué haces con eso? —cuestionó, mirando su listón azul en mi mano.

El Juego Del ReyDove le storie prendono vita. Scoprilo ora