Capítulo catorce

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Narra: Venus

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Narra: Venus

Me despierto en la habitación de Elizabeth, no podía dejar de pensar en ella en toda la noche.

Me refriego los ojos mientras un pequeño rayo de luz entra por la ventana.

Voy al baño y me encuentro con mi padre en la puerta de su habitación, mirando hacia adentro.

—¿Qué sucede?—le pregunto.

—Tu madre está enferma, hace días no le baja la fiebre —me dice mi padre con preocupación—. ¿Puedes quedarte con ella mientras llego del trabajo?

—Esta bien, ¿llamaste a un médico para que la venga a ver?

—Vendrán más tarde, por eso necesito que la cuides mientras no estoy.

—No creo que quiera que yo esté con ella.

—Tu madre se desvivió por tu hermana estos últimos años, se volvió más fría contigo pero te ama—mi padre se apoya contra la pared.

—Se olvido que Elizabeth no era su única hija —siento un nudo en la garganta.

Mi padre tiene los ojos grises, iguales a los de sus hijas y el pelo castaño. Él me toma de la mano con dulzura.

—Nadie podría olvidarse de ti, cariño.

Asiento con la cabeza, ocultando las ganas de llorar.

—¿Tú también extrañas nuestra familia desde que Elizabeth no está? —le preguntó.

—Todos los días, pero aún seguimos siendo una familia y pase lo que pase voy a estar contigo.

Agacho la cabeza con los ojos llorosos, él pone su mano en mi hombro y se despide.

Una vez escuchó que cierra la puerta de casa respiro ondo, con angustia y nostalgia. Me secó algunas lágrimas que se me cayeron y toco la puerta de la habitación de mi madre.

—¿Mamá?

Ella no responde así que entró. La veo moverse de la cama a penas un poco.

—¿Elizabeth?¿Eres tú?—su voz se quiebra. Intenta pararse de la cama pero no puede—. Volviste...

—Soy Venus −susurró, sentándome en la cama —. ¿Cómo te sientes?

Mi madre parpadea y se pone seria.

—Solo tengo un poco de fiebre y vómitos, ¿podrías prender la luz?

Me estiro hasta llegar al interruptor. Entonces veo su rostro demacrado, su piel está amarillenta y seca. Nunca la había visto tan mal.

—Mi padre me pidió que venga a verte, ¿estás bien?

—No hace falta, estoy bien —lo dice cortante e imponente —. Prefiero que me dejes sola.

Me quedo en silencio, mirando hacia la ventana.

—¿Y todas esas pastillas que son? —le señalo las pastillas que están sobre su mesa de luz.

—Tu padre me las dio, hablo con un médico del hospital y se las recetaron para mí.

—Parece que no están haciéndote bien —digo.

—¡¿A caso eres médica ahora?! —exclama —. ¿Puedes dejarme sola, por favor?

Asiento con la cabeza y caminó hacia la puerta.

—Si necesitas algo, avísame.

Cierro la puerta de la habitación de mi madre.

El parecido entre mi hermana y yo por mucho tiempo me molestó pero ahora puedo verlo diferente. Porque si ella podía ser yo, yo puedo ser ella. Incluso si esta esta muerta.

Todo el día me la paso pensando en lo que voy a hacer. Mi padre nunca volvió del trabajo y mi madre está durmiendo así que aprovecho la oportunidad.

Me imagino a Elizabeth, visualizo en mi mente sus movimientos, la manera en la que hablaba.

Su pasado me da escalofríos y fingir ser ella me trae malos recuerdos. Pero llega la noche, y estoy bajando las escaleras de mi casa vestida con su ropa, apunto de hacer algo para volver al pasado.

Estoy retocándome el labial cuando alguien toca el timbre.

¿Quién es?miro por el cerrojo y no veo a nadie.

Hans reconozco su voz ronca y fría desde el otro lado.

Una vez que abro la puerta lo veo de brazos cruzados mirando fijamente.

¿Necesitas algo?le preguntó.

Me mira de arriba abajo con el ceño fruncido.

—¿Interrumpí algo?

—No, ya me iba, ¿que quieres? —le digo, apurada.

¿Tienes una bolsa de consorcio? Si es grande mejor.

Frunzo el ceño ante su pregunta.

¿A las diez de la noche vienes a pedir una bolsa?

—¿Tienes o no? —insiste.

—No lo sé, tendría que fijarme.

Bienavanza como si pretendiera dejarlo a entrar pero lo detengo . ¿Me dejarás aquí afuera muerto de frío?

La distancia que nos separa es menos que la anterior. Tanto que puedo apreciar perfectamente su hermoso rostro.

Sí.

Se relame los labios una vez que suspira con frustración y se acerca a mí aún más.

Podría entrar sin que me importara lo que me dijeras, ¿sabes?

Hazlo.

Me hago a un lado y le dejó el camino libre.

¿No tienes miedo de dejar entrar a un desconocido?

¿Tendría que hacerlo?

Tal vez...observa mis facciones con picardía. Aunque viniendo de ti no me sorprende que no lo hagas.

Es tan alto que tengo que estirar mi cuello para mirarlo a los ojos.

Mejor ve a pedirle bolsa a otra persona.estoy a punto de cerrar la puerta pero me lo impide poniendo su brazo. Hace presión con fuerza mientras tensa su mandíbula.

Esperaré aquí afuera.

Voy en busca de la bolsa, se exactamente donde esta por eso no tardó mucho en volver.

Toma. —sostengo con fuerza la bolsa cuando está a punto de agarrarla y me acerco a él tanto como pueda. No vuelvas aquí jamás.

Le entregó la bolsa y con una sonrisa complaciente me dice:

Lo intentaré, angelito.

Me guiña el ojo y se va de camino a su casa. Se queda mirándome por la ventana, puedo verlo cuando salgo de mi casa y voy camino al motel.

¿Qué pasó con Elizabeth Parker?Where stories live. Discover now