Capítulo cuarenta y uno

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Narra: Venus

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Narra: Venus

Estoy en el hospital Francés.

Hoy amanecí con muchas preguntas y espero qué eso se termine.

—El siguiente−me llama la recepcionista—. Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

—Necesito saber si aquí se atendió una persona llamada Lili Fernandez —Ella me mira con cara de pocos amigos—. ¿Podría fijarse, por favor?

Mira la computadora durante un buen rato, hasta qué dice:

—No hay nadie registrado con ese nombre.

Frunzo el ceño, confundida.

—No puede ser, en el otro hospital me dijeron qué averigué aquí.

La recepcionista vuelve a buscar.

—Lo siento, sera una equivocación.

—Entonces puede buscar el nombre de Michael Parker, tal vez registro el nombre de mi padre.

Ella resopla con frustración, y yo comienzo a ponerme nerviosa.

—Tampoco, no tengo registro de esos nombres aquí —Esboza una sonrisa forzada—. ¿Necesita algo más?

—No, gracias.

Camino hasta la salida, pasando por un pasillo largo hasta qué escucho una voz qué me resulta familiar, me doy vuelta y es Maria, la nueva ayudante de mi madre. Esta en la fila de la farmacia, la observo con detenimiento y miro el reloj.

La miro desde lejos, le entrega el dinero al de la caja y él le da un frasco de medicina. Me escondo detrás de alguien cuando sale, pero entonces veo que no esta sola, mi madre esta en una silla de ruedas esperándola. Maria no le sonríe como ayer lo hizo, sino qué le susurra algo al oído y mi madre comienza a llorar.

La sigo durante todo el camino a casa mientras mantengo la distancia. Marco el número de mi padre más de dos veces seguidas hasta qué atiende.

—Venus, cariño...—Se escucha agitado—. Estoy trabajando, ¿en donde estás?

En un momento del camino Maria se detiene en un veterinario, entra con mi madre y yo sigo de largo pensando qué comprara algo para su mascota.

—Necesito que vuelvas a casa, ¿por qué me dijiste qué mi madre se atendió en el hospital del Oeste?

—No puedo hablar ahora—baja la voz y susurra—: Hans estuvo en interrogatorio hace un rato.

Estoy a punto de abrir la puerta de mi casa cuando siento que alguien me tapa la boca con un trapo, y poco a poco mi cuerpo se siente más liviano. Hasta desvanecerse por completo.

Puede sentir el movimiento, como si estuviera en un auto, tal vez en la parte trasera.

—Lo siento, Venus —Oigo su voz pero no puedo responder. Me acaricia el cabello y me da un beso en la frente—. Estaré aquí hasta qué despiertes.

¿Qué pasó con Elizabeth Parker?Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin