Capítulo treinta y cuatro

9.7K 717 76
                                    

Narra:Venus

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.

Narra:Venus

Su cara está por todos lados, los reporteros especulan y la gente teme.

''¿Se trata de un suicidio o hay algo más?''

La muerte de Lency trajo muchas preguntas al pueblo y a su vez, demasiados mentirosos. Al paso de los días la gente comenzó a pensar en otras cosas, pero la policía seguía investigando.

Yo tenía cosas más importante en que pensar, como que el padre de Mia era Andrus, un pedófilo y mi cliente.

¿Cómo se puede sostener una mentira de esas?

No hable con Hans sobre lo que había pasado, nadie podía enterarse lo que estaba a punto de pasar. Por qué si alguien lo hacía, Elizabeth no podría volver a aparecer.

Busco mi teléfono, y entro a mis contactos.

Para Mia: Necesito hablar contigo, ¿podemos vernos en la iglesia?

Ella me responde a los cinco minutos, acepta.

Me visto, como solía hacerlo ella. Falda negra y chaqueta rosa. Encima una capa negra y los labios rojos. Salgo de casa cuando el reloj marca las ocho pm.

Una vez en la calle estoy a punto de girar a la izquierda, en dirección a la iglesia. Pero me voy por la derecha y cambió mi rumbo.

—Venus... —escucho su voz detrás de mí, no quiero darme vuelta pero termino haciéndolo —. Te estuve llamando —Hans se detiene a observarme —. ¿Por qué estas así vestida?

—Estoy apurada, Hans, Me tengo que ir.

Me toma del brazo, mirándome de arriba abajo con el ceño fruncido.

—¿Qué estás haciendo? —Me mira fijo —. ¿Con quién te vas a ver?

—No puedo decirte, lo siento.

Niega con la cabeza.

−Pense que eras diferente a Elizabeth.

—Creo que te confundiste —le digo.

—Eres mejor cuando no actúas como ella —Hans intenta acercarse a mí pero no tengo demasiado tiempo.

—¿Estabas buscando en mí lo que ella nunca te dio? —me alejo —. ¿Creíste que yo sí te iba a amar?

Hans se queda en silencio unos segundos.

—Nunca podrías ocupar su lugar —susurra —. Solo eres una versión de ella.

Asiento con la cabeza, tratando de ocultar las lágrimas.

—Me tengo que ir.

Me toma del brazo con fuerza y me dice:

—Necesito hablar contigo...

—Lo siento, se me hace tarde.

Hans me suelta y sigue su camino. No puedo sacarme de la cabeza sus ojos mirándome con decepción. Lo observó mientras camina.

Estoy a tiempo de alcanzarlo, tan cerca que me pierdo en mis pensamientos. Sigo mi camino hasta que llegó a la dirección que estaba buscando.

Sé que no hay nadie en la casa o no debería, me meto por la ventana evitando hacer ruido. No prendo las luces, pero igual así puedo ver los cuadros en la pared de la familia Baker.

Mi teléfono comienza a sonar.

Mia Baker: ¿En dónde estás? Te estoy esperando en la iglesia.

Apagó el teléfono y subo las escaleras.

No tengo demasiado tiempo. Estoy en el segundo piso cuando escuchó ruido desde una habitación. Me escondo en el baño, esperando a que alguien aparezca pero no sucede. Escucho un sonido repetitivo y punzante, salgo del baño y camino hacia una de las habitaciones. Me quedo sorprendida cuando me encuentro con una cerradura en la puerta del lado de afuera.

Intento hacer el menos ruido posible cuando corro la cerradura, pero los sonidos se hacen aún más fuertes y desesperados. La luz del cuarto está prendida.

La puerta es pesada, pero una vez que le quitó el seguro comienza a abrirse.

—No puede ser... —susurro una vez que entro a la habitación y veo a un niño de casi unos trece años con sus pies atados a la cama mientras un respirador lo mantiene con vida.


Narra: Andrus (padre de Mia)

Antes de entrar a casa tiró las latas de cerveza en la calle y luego entro.

Saco mi teléfono, buscando el numero de Mia entre mis contactos.

Para Mia: ¿Estás en casa?

Desde ayer no habla conmigo. Tal vez por qué le hice muchas preguntas sobre su amiga Venus Parker, la misma que fingió todo este tiempo ser Elizabeth, su hermana que por lo que me entero falleció hace meses. Nadie puede saber qué estuvimos juntos varias veces en el motel, tengo miedo que me culpen de su muerte.

—¡¿Alida?! —gritó —. ¿Mia estás en casa?

Prendo las luces, hay basura por todos lados. Golpeó la mesa y escuchó un ruido que viene desde arriba. A veces suelo escuchar cosas cuando estoy borracho pero hoy no lo estoy.

Subo las escaleras, la puerta de la habitación de Lean esta abierta. Corró con el corazón en la garganta. Él no está.

«Hay alguien en la casa», pienso.

Empiezo a buscar en mi habitación, por el baño y me detengo cuando escucho ruido desde la habitación de Mia. Saco mi teléfono y marcó el número de la policía.

—¿Mia eres tú? ¿Qué hiciste con Lean?

Abró la puerta de la habitación de Mia, pero Venus me sorprende sosteniendo un arma mientras Lean esta en su silla de rueda y su respirador.

—¡Quédate quieto o te disparo! —me grita ella.

—¡¿Qué haces en mi casa?! —estoy a punto de matarla —. ¿Te volviste loca? Aquí vive mi familia.

—¿Quién es él? —señala a Lean —. ¡Tienen a un niño secuestrado en esa habitación!

—Es mi hijo, y no está secuestrado.

—Mia me dijo que su hermano falleció por un accidente.

Me acerco a ella, me importa una mierda que me esté apuntado. Es demasiado ingenua como para matar a alguien. Forcejeo con ella, hasta que le quitó el arma de sus manos.

—No te debiste meter en mi casa, ¿qué pretendías? —la empujo contra la pared —. ¿A caso esperabas encontrarte conmigo? Viniste a buscarme —la examinó —. Te vestiste como la zorra de tu hermana.

Ella no dice nada, contiene las lágrimas mientras mantiene su cuerpo rigido.

—¿Tienes miedo, princesa? —le acarició el rostro —. Todavía nos quedó algo pendiente de la última vez que tu amigo y tú vinieron a visitarme.

—¡Déjame! —grita —. O todo el mundo se va a enterar que eres un maldito pedófilo y un secuestrador.

Le tapo la boca, intentando que no nos escuchen los vecinos.

—¿Un secuestrador? —miro a Lean con desprecio —. Si fuera por mí ya lo hubiera dejado ir, hace años que está conectado a una máquina. Mi esposa enloqueció desde entonces, pero él en realidad murió hace cinco años cuando Mia lo accidentó por las escaleras.

La agarro del brazo con fuerza mientras la apuntó con el arma en la frente. De repente escucho la sirena de la policía.

—¡¿Tú los llamaste?! —comienzo a desesperarme.

Nota de autora: ¿Para ustedes quien es el más sospechoso en la historia?
No se olviden de votar y comentar por favor, eso me sirve mucho.

¿Qué pasó con Elizabeth Parker?Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt