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Eleanor Barrett arqueó una ceja al ver entrar a Juan Pedro Lanzani por la puerta trasera. No es que lo discriminara porque después de todo, esta era su casa. Pero Juan Pedro Nunca -NUNCA- entraba por la puerta trasera, menos con una señorita en brazos. Enseguida, Eleanor, olisqueo los problemas.

-Buenas noches, amo Juan Pedro

Juan Pedro la observó atentamente.

-Ve al cuarto de arriba y busca el nebulizador.

Eleanor observó a la mujer en brazos de Juan Pedro.

-Mi señor, he ido a comprar el inhalador que me ha pedido -Ellie se movió con rapidez hacia la estantería de la cocina. En la mañana, el amo Juan Pedro le había pedido que consiguiera un inhalador y la sustancia preferible para las personas asmáticas... No es que Ellie supiera de eso, no, que va. Así que tuvo que preguntar al farmacéutico -que por cierto, no paraba de mirarla de arriba a abajo- que tipo de solución debería llevar para una persona con esa enfermedad.

Lo observó sentar a la muchacha con delicadeza en la silla y volverse hacia ella. Ellie le tendió el inhalado y luego observo a la chica con curiosidad. Entonces comprendió.

A causa de una terrible enfermedad, Ellie no pudo llegar a presentarse a la señorita Mariana Esposito, compañera de su amo vampiro, y apenas hoy se había incorporado. Se suponía que la función de Ellie, desde la llegada de Mariana, seria de hacerle compañía... Pero gracias a que su cuerpo se le ocurrió enfermarse, Nicolas Riera tuvo que tomar su lugar.

-Ten, La –Juan Pedro llevó el inhalador a la boca de Mariana y la hizo respirar. Ella estaba muy mal y su cara se veía llena de sangre... Lo que le hizo preguntarse que era lo que había ocurrido afuera. Se recostó de la mesa y observó la escena... La manera en que Juan Pedro miraba a su compañera era tan hermosa que le hacía flaquear las piernas...

-¿Es ella, mi señor?

-Te he dicho, Ellie, que dejes de llamarme así -Dijo en un suspiro.

-Pero es usted mi amo...

-No lo soy.

Ellie se removió incomoda. Llevaba doscientos años sirviendo a Juan Pedro como una manera de saldar la deuda que había adquirido con él, cuando salvo su vida de una muerte segura a manos de los suyos.

Ellie aun lo recordaba. Casi como si fuera ayer. Cuando todas las cazadoras -un conjunto de mujeres que se dedican a la masacre y caza de vampiros de todas clases. Eran como las amazonas. Y con poderes psíquicos... Las cazadoras nacían, nunca se hacían.- se unieron en su contra cuando ella era la líder.

Recordaba el dolor de los latigazos y las miradas de odio y rencor. Los gritos y como la torturaban.... También recordaba como Juan Pedro Lanzani la había salvado. Ella apenas tenía dieciséis años. Era una niña, y aun no había madurado para obtener la inmortalidad...

Lo había abrazado, llorado y en su corazón le había jurado eterna lealtad a su persona, sobre su propia vida. Y si tenía que dar su vida para proteger a Mariana, que era lo más importante para Juan Pedro, lo haría con toda la dicha del mundo.

<<Mi deber está para contigo y tu compañera,  Juan Pedro Lanzani>>

-Juan Pedro, ¿Necesita algo? -Ellie pensó un poco -Supongo que querrá hablar a solas con su com... er... La señorita Esposito.

Se dispuso a salir, cuando la mano de Juan Pedro la detuvo. Ella lo observó.

-Ten cuidado. Hay convertidos por toda el área -Ellie se tensó y se sobresalto -Han matado a dos del servicio.

Ellie tragó saliva.

-Tendré mucho cuidado, señor Juan Pedro.

-y... -Hablo el nuevamente con expresión preocupada en el rostro. A ella se le encogió el corazón con fuerza -... Connor Brown está por aquí.

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