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-Eh, tío.

La voz femenil que se coló detrás de él, hizo darse vuelta a todas las personas en la habitación. Una pequeña mujer de cabellos rizados en tonos castaños de derivados colores y enormes ojos avellanas, estaba de brazos cruzados observándolo con fijeza.

Todos los hombres de la habitación –Exceptuándolos a él y a Vico, que al tener compañera eran completamente inmunes a otras mujeres- , soltaron un jadeo involuntario. Era inhumanamente hermosa, con perfectos rasgos cincelados y pómulos parecidos a las estatuas de las musas que exhibían en los museos.

Sus curvas eran la perfección absoluta y era completamente voluptuosa en los lugares correctos

-¿Quién demonios eres tú? –Preguntó. La mujer arrugo la frente con disgusto.

-No me hables en ese tono, chupasangre, soy mucho más de lo que ves aquí al frente –Durante un solo instante, creyó ver que los ojos de la mujer se tornaban de un tono blanco realmente escalofriante, y a su alrededor podía notarse el aura de poder que poseía.

-¿Quién eres? –Volvió a preguntar, esta vez más suavemente. No dudaba que la pequeña castaña podría matarlos a todos con un simple movimiento de manos.

-Soy Francois DuVillar, una bruja que ha hecho un trato con Mariana –Juan Pedro se tensó enseguida.

-¿Sabes tú donde esta?

-Ella lleva un brazalete con mi signo, que tiene un pequeño dispositivo... Sé donde está y solo he venido para poder llevarte a ella –Francois sonrió repentinamente con una expresión realmente fría –Aunque no soy de fiar ¿Sabes?...

-Me arriesgare... -Pronunció esas palabras sin pensar. Sintió una mano sobre su hombro para comprobar que era Nicolás observándolo con expectación.

-No creo que debas, Peter. No sabes quién es esta señorita de aquí...

-No sabré si me he equivocado si no voy con ella. ¿Qué tal si dice la verdad? -¿Qué tal si no? Apretó la mandíbula, Mariana debía de estarla pasando de mal en peor... la frustración lo invadía con cada segundo que transcurría, así que se volvió a Francois DuVillar –Iré contigo.

-Muy bien... -La mujer se agarro de la manga de su chaqueta y en un parpadeo estaban en un lugar muy distinto a su oficina personal. Era oscuro y tenebroso... El olor a agua estancada le pico la nariz y el sonido de las gotas de agua salpicar fueron realmente desagradables.

Recorrió con la mirada intentando descifrar cada una de las figuras ocultas en la oscuridad, pero a pesar de ser un vampiro su vista no funcionaba correctamente en ese lugar... Definitivamente se sentía débil.

-Eso es porque tus poderes están siendo absorbidos.

Enseguida volvió la cabeza para clavar su mirada en Francois DuVillar.

-¿Puedes leer mi mente?

-¿Por qué tan sorprendido? ¿Acaso no puedes tu leer las mentes también?

No era eso lo que lo sorprendió. Era el hecho que no había sentido ni un atisbo de la invasión de otra presencia en su cabeza. Esa mujer no solo era peligrosa, si no más fuerte de lo que pensaba. Con todo lo que las fuerzas psíquicas le permitían –ese lugar absorbía lentamente su fuerza –Formó una barrera mental, para evitar cualquier intruso. Ella sonrió.

-No deberías gastar energías en eso, Juan Pedro Lanzani, te espera una larga batalla –Ella materializó una espada en su mano, Peter retrocedió instintivamente, preparado por si se presentaba algún ataque... Pero se sorprendió cuando ella le pasó la espada –No tengo intención de matarte, puedes confiar en mí.

Oscura inocencia Where stories live. Discover now