•Capitulo 14

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Jaymie y Sirius reían a carcajadas observando a James quejarse y lloriqueando mientras sus calzoncillos estaban atorados en el perchero, haciendo a james estremecerse del dolor.
—Ya verán, esperen a que baje de aquí y los voy a moler a golpes.—Los amenazó james moviéndose tratando de liberar sus calzoncillos para bajar.

—Tranquilo bro, mientras más te muevas más te lastimará.—Le respondió Sirius burlón.

De pronto una enorme llamarada verde atrajo la atención de los tres.
Justo ahí, dentro de la chimenea se encontraba Peter con sus rosadas mejillas opacadas por las cenizas y el Hollín.

—Peter, que felicidad verte de nuevo—Lo saludó con felicidad Jaymie mientras le daba un abrazo.
—Hola Jaymie—Saludó el pequeño algo avergonzado mientras la cobriza lo abrazaba.

—hermano, pudiste venir—Comentó Sirius contento dándole una palmada en la espalda.

Peter solo asentía con timidez mientras ambos chicos le preguntaban si había pasado unas buenas vacaciones.

—Oigan ¿Y James?—Preguntó el rechoncho rubio después de unos minutos.

—Oh el...

—¡Está aquí!—El grito y la entrada heroica de James interrumpieron a Sirius sacándole un buen susto.

En ese instante una nueva llamarada verde se hizo presente y detrás de esta apareció el Apuesto castaño.

—¡Remus!—Exclamó la cobriza corriendo hacia el joven y lo abrazo con fuerza sin poder ocultar su alegría.

—¡Oye, Oye suéltalo!—La reprendía James jalando a la joven del brazo para separarlos pero sin mucho éxito.

—Hola chicos—Saludó Remus tímidamente sacudiendo las cenizas de su ropa.—¿Cómo han estado?

—Bien—Respondieron James Sirius y Jaymie a la vez sonriendo inocentemente.

—¡Jaymie, James!—El grito provocó que los recién llegados se estremecieran mientras una mujer entraba a la sala.

En cuanto la mujer estaba frente al quinteto de jóvenes Remus y Peter por fin comprendieron por qué la chica tenía esa apariencia tan diferente a la de su mellizo.

—Oh, madre, ellos son Remus Lupin y Peter Pettigrew.—Dijo Jaymie señalándolos respectivamente.

—Un gusto señora Potter.—Murmuraron ambos jóvenes ligeramente ruborizados.

—Oh, es un placer chicos, pueden llamarme Dorea.—Les indicó la mujer sonriendo con amabilidad.

Los gritos y risas inundaban el ambiente, las bolas de nieve iban de un lado a otro acertando en el objetivo.

—¡Te di! —Exclamó Jaymie victoriosa a Peter el cual se dejó caer en el suelo fingiendo su muerte.—Solo quedan Dos...

Remus respiraba agitado escondido detrás de un montón de nieve, Peter ya había caído y el traicionero de James quién sabe dónde se había metido. Y ahí estaba el, enfrentándose solo a Sirius y Jaymie.

—Remus—Escucho la suave voz de su mejor amiga llamándolo.—Ven, no te voy a lanzar na...

La frase se vio interrumpida y después un sonido de golpe, alguien la había golpeado con una bola de nieve.

—Llegó tu salvación—anunció James con voz heroica acercándose a Remus.

—¡ESO ES TRAMPA LA ATACASTE POR LA ESPALDA!—Gritó Sirius saliendo de su escondite.

—Sirius no seas Tonto.—Le reprendió Jaymie mientras james se preparaba para lanzar una bola de nieve.

Sirius logró darse cuenta a tiempo y se lanzó al suelo para esconderse detrás de otra gran pila de nieve.

Jaymie Peter y Sirius entraron titiritando a la casa seguido por James y Remus quienes reían por el estado de sus amigos.

—¿Qué ha sucedido? —Preguntó Dorea acercándose a los jóvenes observando a Sirius Jaymie y Peter empapados.

—Peter se calló en el lago y Sirius y Jaymie fueron por el.—Dijo James observando con burla a su hermana y sus amigos.

—pero ¿Están todos bien?.—Preguntó la mujer un poco divertida.

Los cinco asintieron al mismo tiempo.

—Bien, vayan a arreglarse, ya casi es hora de la cena.—Anunció la mujer mientras entraba nuevamente a la cocina.

Jaymie observó su reflejo y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
Llevaba un lindo vestido rojo que le llegaba hasta las rodillas, medias blancas y unos zapatos negros de charol. aún que claro, su cabello seguía igual de incontrolable que siempre.
Usualmente no usaría vestido, no es algo que ella disfrute, realmente es algo que ella no soporta, pero, el vestido se lo había hecho su madre y lo apreciaba.

En el comedor retumbaban las risas y gritos, todos reían mientras Sirius y James contaban las travesuras que habían vivido durante el año.
El señor Charlus Potter no paraba de agradecer a Peter Remus y Sirius ser amigo de sus hijos, mientras Dorea no paraba de avergonzar a los hermanos contando las anécdotas más vergonzosas que podía.
Los cinco jóvenes no podían pedir nada mas, estaban pasando noche buena con sus mejores amigos y al día siguiente podrían abrir los regalos de Navidad.

Perdonen mi inactividad, últimamente no eh tenido tiempo de escribir por qué realmente me fue mal en las calificaciones y tengo que subir mi promedio.
Trataré de actualizar lo más seguido posible (cada 10 días más o menos)
Gracias por leer

Los merodeadores y la PotterWhere stories live. Discover now