Sin salida

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- Es eso lo que haremos¿De acuerdo?

Me miró asustado.

- ¿Crees que funcione? Es arriesgado...

- Amo a tu hermana. Por ella, soy capaz de todo.

Sonrió nervioso.

-Salvarte, seria protegerla. Añadí.

- No dudo de eso, amigo. Ojala duren mucho juntos. Confio en que la harás muy feliz.

Sonreí.

- Eso espero.

Burlar a los hombres de mi padre, no seria fácil, pero valía la pena intentarlo.

Seria una encerrona brillante. Jamás sospecharía de su hijo.

- Por el dinero, no te preocupes. Yo me encargaré de todo. Eso si, lo que te pase, te tiene que alcanzar por lo menos para unos tres años allá.

Madagascar te encantará. Tengo amigos allá.

Me miró con extrañeza.

- No dudes tanto. No tienes otra opción.

Entonces llamó mi padre.

- Gaspar... Quiero verte. Es importante.

- Ahora no puedo. Quizás más tarde...

- Mis hombres allanaran la casa, del infeliz de Green. Van en camino. Quiero que estés ahí. Si la chica está y se pone difícil, o se resiste, no me temblará la mano...

- ¡ A ella no la tocas, me oíste! Le grité con las manos empuñadas, y un calor que me recorría todo el cuerpo.

- Entonces te espero, en la av. central. Detrás del Banco de San Roque. Y recalcó: En cinco minutos.

Y colgó.

- Allanaran tu casa, Damián.

Tragué saliva. Ahora. ¡Necesitas irte, ya!

Damián sudaba. Miraba de un lado a otro, como perdido. Le temblaban las manos, tanto, que no era capaz de sostener la maleta que le hice.

Saqué toda la ropa del ropero de su departamento. Se notaba que los hombres de mi padre, ya habían revisado el lugar.

Todo estaba desparramado en el piso. Y en el techo, habían agujeros, que denotaban disparos.

Todos los cajones estaban dados vuelta.

Documentos y fotos, estaban esparcidos por la cocina, los baños, y el sofá.

Le dí un vaso de agua para calmarlo. No dejaba de temblar. Apenas balbuceaba una que otra palabra, si es que no rompía en llanto antes.

Hice la reservación de los pasajes para mañana en la madrugada.

Mientras tanto, estaría escondido en casa de un amigo de Dante, a 20 km de Baradeiro.

Lo pase a dejar a eso de las nueve de la noche.

- ¿Más tranquilo? Ya verás como todo sale bien, amigo.

- Me aterra saber, que no podré despedirme de mi familia. A fin de cuentas, haré lo mismo que hizo mi padre, huir sin explicación, de la noche a la mañana....

Lloraba a mares.

Y luego añadió:

- Amanda no perdonará que la halla dejado. Le juré que no la abandonaría....

La voz se le quebraba.

- Yo le explicaré como fueron las cosas. Amanda terminara por entender... Es tu única salida. La otra, seria la muerte, y eso si que Amanda no te lo hubiera perdonado.

- Prométeme una cosa.

- Lo que quieras.

- Que le dirás a mis mujeres...Que las amo, que son mi vida, y que por ellas, soy el hombre más afortunado del mundo. Que son...Todo....

Y me entregó dicho sobre. Que hasta el día de hoy, no a llegado a su destinatario, y que nunca me he atrevido a abrir.

- Esto, se lo darás a Amanda.

Caminé hasta la casa de Dante, con una sensación extraña.Con una angustia, que no sentí antes.

Cuando entré, me encontré a Amanda sentada en el sofá.

Por su rostro, supe que no venia solo a verme.

- Amor, estoy preocupadisima...No he sabido nada de Damián, en todo el día.... ¿Tienes alguna idea de donde puede estar? ¡¡Lo he llamado mil veces!!

- Quizás tuvo mucho trabajo hoy, estaba cansado... se durmió... y por eso no ha oído el teléfono... Tartamudeé.

- Pues.... Me extraña. Porque el siempre atiende el teléfono, y su sueño es ligero...

La abrazé. Era lo único que podía hacer en ese momento.

La mantuve envuelta en mis brazos, susurrándole palabras, que le dieran algún consuelo, y la calmaran.

No soportaba verla llorar.

Hasta que se durmió.

Esa noche, no fui capaz de ir a dejarla.

Me quedé a su lado, acariciándola, besándola, velando su sueño. Intentando protegerla de la basura que nos rodeaba.

Protegerla. Era lo que más deseaba. Alejarla de mi padre, perdernos.

Me lo prometí.

Ahora, sentado en el sofá, mirando el mar a ratos, y escribiendo mi diario, cinco años después, me doy cuenta de que no pude cumplirla.

Aunque hubiese querido. El destino ya nos había marcado.

Y no había salida.

Ruleta RusaWhere stories live. Discover now