No sé cuanto tiempo estuve hablándole, pero si sé, cuando dejó de responder.Cuando dejé de oír su respiración, y cuando Hugo apareció, y me llevó de vuelta a mi silla.
- No te preocupes, Gas.- Asi solía llamarme de niño- Aún respira.
-¿Porqué dejaste que mi papá te arrastrará con él? Espeté sin fuerzas.
Bajó la mirada.
- No somos tan distintos, como crees, Gas.
- Sé que no eres como él. Eres bueno...
Me crujía el estómago.
- Asi era.... Pero ha pasado tiempo.. Al menos, sé que tú sigues siendo el mismo...
No sabes cuanto me alivia eso... Y recalcó:
Eres igual a tu madre.
Entonces la luz se apagó.
- Debo irme... Ya te traeré comida... y por tu amigo... no te preocupes.. dijo, con un tono amable.También lo cuidaré.
Y asi, estuve al menos un par de semanas. Sin ver la luz, sin obtener respuesta a mis gritos desesperados, llamando a Damián.
Al que si veía a diario, era a Hugo.
Venía a dejarme agua y comida, pero casi ni la tocaba.
- Debes comer, Gas. No quiero que mueras aquí.... ¡ No seas orgulloso!
-No comeré, hasta que lo suelten.
¡Ya dejenlo ir! Grité con todas mis fuerzas.
- Porfavor, Gas.. Te lo suplico....
Y le volteé la cara.Como lo habia hecho toda la semana.
Con el pasar de los días, el encierro comenzaba a desesperarme.
Apenas sentía las piernas, y el hambre empezaba a pasarme la cuenta.
Hasta que mi padre, se cansó.
Un mes después.
Durante ese mes, logré ver una vez a Damián. Hugo me trasladó a la habitación contigua, y no sé si con intención, pasamos caminando a su lado.
Me lanzé encima de la silla, en la que yacía echado mirando a la pared. Estaba delgadísimo, y con una barba que parecía de años. Sentí una pena inmensa por él. No merecía tanto dolor.
Traté de hablarle, de pedirle perdón, pero parecia no escucharme. Estaba como ido.
- ¿Lo están drogando? ¡ Dijiste que no le harían daño!
- Lo sé, Gas. Pero el tipo estaba desesperado. No dejaba de gritar...
Es un adicto. La abstinencia empezaba a matarlo...
Y no lo volví a ver.
Hasta ese día.. Ese maldito día.. que condenó mi vida.
Aquella noche, noté algo extraño.
Mi padre, le ordenó a Hugo que me llevara a otra habitación, y me arreglase. A mi, y a Damián nos dió de cenar.
Sin duda, después del cautiverio, nada sería igual.
Damián estaba totalmente fuera de si. Tenía los ojos enrojecidos, la mirada perdida, y apenas podía sostener los cubiertos. Ni siquiera me habló.
Apenas se mantenía de pie.
Nos llevó a un salón con luces tenúes, una mesa redonda y tres sillas.
A Damián lo sentamos, como pudimos con Hugo. Se me rompía el alma verlo asi. ¡Qué diría Amanda!
¿Cómo estaría ella? ¿Cómo explicarle todo esto?
La conversación parecía no tener rumbo.
- ¿Qué es lo que quieres? ¡ Ya dejanos ir! Le grité. Ya no tiene caso seguir aqui...
- Si el promete con su vida que va pagarme...
Damián apenas balbuceó unas palabras:
- Le pago.. Se lo juro, pero deme algo de tiempo.
- ¡Tiempo! Gritó mi padre enardecido. ¡NO TE CANSAS DE BURLARTE DE MI! ¡ YA BASTA!
En cosa de segundos,sacó un revólver.
- ¡¡No lo hagas, por favor!! ¡¡Baja el arma!!
Y empezó el forzajeo, hasta que alguien me agarró del cuello, y me inyectó una jeringa.
Entonces oí el disparo.
Vi el arma caer de mis manos... solo que no recordaba haber apretado el gatillo.
Me arrastraron fuera de la habitación.
- Quiero a Gaspar fuera del mapa. No necesito más problemas- Susurraba mi padre.
Fuera del mapa. Sin duda, eso se oía peor de lo que esperaba.
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Ruleta Rusa
RomanceEl destino supo jugar. Juntó sus vidas, y prometió no separarlas... Pero un crimen, y sus pasados llenos de oscuridad y mentiras, terminaron por distanciarlos. Años después, vuelven a encontrarse, con el mismo sentimiento, y con las mismas ganas de...