Ruleta Rusa

918 57 13
                                    

Nueve años después...

- ¡Mamá, hoy es el carnavaaaaal!

- Lo sé querida. ¿Estás lista?

- Sí. Ya tenemos listos nuestros atuendos.

- Prohibido no divertirse entonces. Con Ágatta estaremos por allá al atardecer.

- Muy bien, ahí nos vemos. ¡¡Un beso!!

Sí. Hoy era el día tan esperado por mi pueblo querido. El carnaval era planeado durante todo el año y era la fiesta más importante de la región, desde que era niña.
Habíamos vuelto al pueblo con mi hija, Isabella, hace tres años.
La separación con Jack había sido dura. Decidimos tomar caminos separados, porque en nuestro intento de que las cosas fueran como la primera vez, terminamos destruyendo nuestras ilusiones, el desgastado amor que nos teníamos, y dañamos mucho a nuestra hija.
Aquí estaba todo lo que quería, toda la paz que necesitaba, todos los recuerdos que mi mente se negaba a borrar. Estar aquí, me recordaba a mi hermano, mi infancia, así como los momentos más difíciles.
Ágatta había decidido seguirme hace tres años. Se vino con su hijo, y Dante, con quien después de años de altos y bajos, se había casado. Al fin, ambos se convencieron de que era imposible que estuviesen separados. Eran el uno para el otro, y ahora que veía a mi mejor amiga caminando apenas con sus ocho meses de embarazo, con esos gemelos que parecía que la iban hacer explotar en cualquier momento, no podía no convencerme de que habían tomado la mejor decisión.

Eran una familia hermosa.

En su matrimonio, fue la última vez que vi a Gaspar. Parecía muy feliz, de la mano de una artista holandesa, con quien -según había escuchado-pensaba irse a recorrer el mundo. Decían que su nueva vida era exitosa, que había inaugurado una cadena hotelera, y que era dueño de varios de los mejores resort del mundo. Me alegraba por él, no podía negarlo, si tenía todo lo que alguna vez fueron sus planes.

Ese día con Ágatta, nos pusimos nuestras máscaras y fuimos a disfrutar del carnaval.
Isabella se llevaba muy bien con Joaquín, y eso nos tenía más que contentos. Eran realmente pocas las familias que deciden criar sus hijos aquí y no partir a la ciudad, que quedaba a una hora de camino.

Estábamos bailando y disfrutando el show de las mariposas, cuando lo ví.

Allí, con su morral, y esa sonrisa que no había podido encontrar en otra persona. Esa sonrisa destellante, que parecía fuese a salirsele de la cara. Allí estaban esos ojos brillantes, juguetones, que alguna vez dije odiar, pero en el fondo, moría de nervios al verlos, porque nunca nadie me había mirado asi. Ese verano, en el que lo conocí, prometí no volverme a enamorar de nadie que no tuviese sus manos, su nombre, su cara.

Y lo había cumplido.

Se me acercó en medio de la música y los gritos de la gente. Me tomó las manos. No opuse resistencia. Me acarició la cara, y secó esas lágrimas de emoción, que no pude evitar dejar caer por mis mejillas. Me dijo un par de palabras, que con el bullicio, no pude oír, pero suponía eran tan lindas como las que dijo la primera vez que nos besamos.

Pretendía seguir hablando, pero no lo dejé.

Me abalancé en sus brazos, sin pensar en nada más. No opuso resistencia.

Y lo besé. Con desesperación y emoción.

Me dejé llevar como un montón de hojas lanzadas al vacío. Me sentí volar, caer, y revivir al mismo tiempo. Él era mi precipicio, mi piedra favorita, mi huracán, mi barco, donde nunca quise dejar de estar. Supongo que así se siente el amor verdadero. Supongo que eso, es amar sin condiciones, sin miedos, sin pasado.

-Te amo... me dijo mirándome a los ojos.

- Más te amo yo.

No eran necesarias más palabras, porque entre abrazos y besos, callamos toda la locura, todos los silencios, ausencias, penas y errores -que tendríamos que haber pasado juntos- pero que el destino quiso que cada uno viviera por su cuenta.

La vida para nosotros fue como una ruleta rusa, en realidad, la vida misma, de cualquiera, es como una. Una ruleta que no deja de girar, que no deja de enredarte con problemas, lanzarte al vacío, empujarte a decisiones, arrastrarte a elegir, impulsarte a sentir y abalanzarte a caminos, que muchas veces, no son los que tú quisieras caminar, con personas y lugares, que, precisamente, si hubieses dicho o hecho algo, no te hubieras encontrado con ellos.

Al parecer, nuestra ruleta, ya había dejado de sortear destinos para nosotros. Ya se había cansado de poner obstáculos, y por alguna razón, que nunca quise preguntarle, él había ido a ese carnaval, después de nueve años sin saber nada del otro. La ruleta se había detenido, y ahora, nos dejaba construir nuestro propio destino. Juntos. Desde cero. Sin saberlo, esta vez, no volveríamos a separarnos nunca más, porque tal como dijo Gaspar alguna vez, nuestro hilo rojo:

"Se estirará hasta el infinito pero nunca se romperá..."









GRACIAS A TODOS POR LEER MI HISTORIA! GRACIAS POR LA PACIENCIA, LOS COMENTARIOS Y LOS VOTOS. QUEDAN MUCHAS MÁS HISTORIAS POR CONTAR, ASÍ QUE NO DEJEN DE LEERME.

AHORA ESTOY CONSTRUYENDO UNA NUEVA HISTORIA, "IRRESISTIBLEMENTE PROHIBIDO" LOS INVITO A DEJARSE ENVOLVER...

ME CUENTAN QUE LES PARECE.

Ruleta RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora