Aclarando las sombras

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Nos juntamos en un café, la semana siguiente. El día que nos vimos le dejé mi número. No habíamos hablado desde ese día. Me era muy difícil negar, que el ver a Gaspar, removió hasta la última fibra de mi ser.

Cuando llegué al café, él ya me estaba esperando. 

- No hablaremos aquí, te llevaré a otro lugar. 

No me opuse, aunque tampoco me sorprendí. De hecho, era más extraño que me citara en un café en la mitad de la plaza de Madrid, que cambiara el lugar a última hora.  

Llegamos al aeropuerto. 

- ¿Estás loco? ¿A dónde vamos?

- Donde empezó todo.

Horas después, nos encontrábamos en Baradeiro. 

- Sabes.. Me dijo Gaspar, mientras caminábamos por la playa. Nunca creí que un lugar como este me traería a la mujer que más he querido en la vida, y que, al mismo tiempo, me condenaria para siempre. 

No contesté.

- Es hora de que lo sepas todo, Amanda. Una vez que escuches la verdad, eres libre de irte, tengo tu pasaje de vuelta para hoy mismo-Sacó un boleto de avión de su bolsillo- o quedarte e intentar recomenzar conmigo, todo lo que alguna vez, fue nuestro futuro juntos.

Oí su historia. Me advirtió que no sería fácil, y que no pretendía cambiar la imagen que tenía de mi hermano, solo quería que supiera que él no tuvo nada que ver en su muerte. Me contó del secuestro, del plan que tenía para que huyera del país, de lo mucho que lo quería, del encierro en que lo mantuvo su padre, y de las cartas que me escribió.  Fue mucho muy duro oír de su boca, lo que durante años, mi corazón creía, pero mi mente se negaba a reconocer.. .

Su inocencia.

Todo calzaba a la perfección con algunas dudas, que la muerte de mi hermano, no terminó por resolver. Recordé muchas veces en que lo pillé sacando dinero a mi madre, de las veces en que vi a hombres que no conocía esperándolo afuera de su academia, o de veces en que amigos o vecinos, venían a la casa diciendo que Damián les debía un "encargo". Recordé también, haberlo visto drogado y su promesa de no volver a hacerlo. Sentí rabia, culpa, pena. Por dejar que mi hermano cargara con la presión que le dimos con mi madre, sin quererlo, de ser un hombre ejemplar. Por dejar que él solo mantuviera la casa, por no ayudar más con los gastos, por no haber sabido de esta "Deuda" y haberlo ayudado a salir a tiempo. Sentí vergüenza de todo el odio y rencor que sentí por Gaspar, por haber dejado que mi rabia sobrepasara mi amor por él, por dejar que se oscureciera la "Amanda buena" por una Amanda impulsiva, orgullosa, rencorosa y ciega. Sentí pena por haber dejado que mi amor se consumiera, y por no poder mirarlo como antes, con esa mirada que él buscaba encontrar en mi...

Una mirada transparente.

Lamenté, no haberlo escuchado a tiempo, no haberlo buscado, no haber exigido antes una explicación que pudiera haber cambiado el curso que mi vida tenía ahora. No luché por los buenos sentimientos, por la linda historia que teníamos, por ese amor humano, honesto y real que teníamos... en cambio, me llené de amargura, despecho, y ahora... 

Era demasiado tarde. 

Nos dimos un beso, en medio de lágrimas, un beso que sentí sincero, pero sin la magia que antes nos envolvía. Era como si, la vergüenza y la pena, no me dejara mirarlo como antes, sentir como antes. Era, como si el tiempo hubiese apagado el fuego que tenían ese par de jóvenes, que un verano, se dejaron arrastrar por un huracán de sentimientos y se amaron con cada fibra de su cuerpo, para dar paso a dos adultos, que aunque conocidos, desconocían todo del otro.

- ¿Tú entiendes que esto no volverá  a ser como antes? No después de todo lo que hemos pasado.. Le dije con tristeza, de esas tristezas que te apretan el alma. Yo ahora estoy casada, esperando un hijo...

- Lo sé, Amanda. Sé que no se puede devolver el tiempo atrás, pero quería que lo supieras. Quería poder mirarte a los ojos otra vez. 

- Si tan solo te hubiese escuchado...

-Ya lo hiciste. Eres libre de ser feliz, Amanda. Créeme, nada me gustaría más....

Esa noche, dejamos que nuestras respiraciones se cruzaran, que nuestros suspiros se volvieran los del otro, que todo el amor que alguna vez nos tuvimos, explotara en deseo, en gemidos, en besos apasionados. Esa noche, nos dejamos llevar como nunca. Olvidamos el tiempo, el pasado, las vidas que teníamos. Volví a ser esa Amanda, que quedó loca de amor cuando su mirada se encontró con la de ese hombre de ciudad, aquel día de carnaval. Volví a ser esa Amanda, que amo con el alma, que vió las estrellas mucho más lindas desde que Gaspar apareció, esa Amanda niña, que se sentía protegida cuando los brazos de ese hombre, que ahora tenia a su lado, en la cama, la abrazaba. 

Sabia que nunca más en mi vida, me sentiria tan feliz, tan libre, tan amada... Tan yo. Y ahí, arriba del avión, pensé, en que ese hombre que había dejado en Baradeiro, sería siempre,

El amor de mi vida. 



Ruleta RusaWhere stories live. Discover now