La historia del taxi fantasma

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capitulo 1: Perdidos en el bosque

Matt y George viajaban solos por primera vez hacia la casa de sus abuelos, ubicada a unos veinte kilómetros del hogar en el que vivían con sus padres, al otro lado del bosque que separaba ambos pueblos. Si bien el bosque tenía fama por las temporadas de caza que en él se daban, no había muchos peligros como para impedir que los viajeros cruzaran de pueblo en pueblo, sobre todo los comerciantes y coleccionistas que intercambiaban sus mercancías por otras que no tenían.

Sus padres eran muy estrictos y sobreprotectores. Pero ese año Matt ya había cumplido los diecisiete años y se estaba volviendo el más maduro de los dos hermanos, si bien no el más listo. Ese era George, o Georgi, como lo llamaban sus padres y sus amigos en la escuela. Georgi recién había cumplido los doce años y era el niño mimado de mamá y el sobreprotegido de papá, lo que provocaba cierto rechazo por parte de su hermano mayor.

Calcularon que el viaje a pie por el bosque hasta la casa de sus abuelos no debería tomarles más de dos o tres horas máximo. Salieron de casa y emprendieron la caminata por el bosque alrededor de las 2:00 p.m. luego de almorzar filete de pescado marinado en harina y frito en grasa con puré de papas; el plato preferido de Georgi. Llevaron consigo solo algunas provisiones para el camino, principalmente agua y golosinas que habían comprado por la mañana en el kiosco del viejo Rey, en la esquina cerca de casa.

La relación entre ambos hermanos era buena en presencia de sus padres, familiares y conocidos, pero en realidad no solían llevarse tan bien como todos creían. Matt ignoraba, y subestimaba, la inteligencia de su hermano menor. Y Georgi desaprovechaba cada oportunidad que tenía de ganarse el respeto de su hermano mayor. No le interesaba, a ninguno de los dos, mejorar su relación del uno con el otro, pero Georgi tan solo quería un gesto, ese gesto de aprobación por parte de Matt y por fin terminar con las burlas y los insultos por parte de su hermano mayor. Pero para eso debía hacer algo bien, algo bien para Matt. Lamentablemente, Georgi era un poco torpe, a pesar de ser el más inteligente de los dos, y por eso aún no se había ganado el respeto de Matt.

Durante la primera hora de viaje, su conversación se limitó a dos preguntas y un insulto por parte de Matt hacia Georgi, y una simple respuesta de Georgi hacia su hermano Matt.

—¿Estamos siguiendo bien la brújula, inútil? ¿Vamos bien?

—Sí, Matt.

Georgi llevaba el mapa en su mochila, aunque ninguno de los dos lo creía necesario. Sí la brújula. Georgi llevaba la brújula en su mano derecha y no dejaba de mirarla, excepto para decirle la hora a su hermano Matt mirando su reloj de pulsera —regalo de cumpleaños de su abuelo— en su muñeca izquierda.

Al cabo de hora y media ya se encontraban bien adentrados en el bosque; sin embargo, no reconocían del todo muy bien el sendero en el que se encontraban. Ni siquiera los tipos de plantas y las formas de los árboles les resultaban familiares. Esa zona del bosque parecía virgen de contacto con los humanos cazadores de ambos pueblos. Los tamaños y los colores eran el doble de intensos que en otras zonas que ellos conocían del bosque. Habían viajado cientos de veces en compañía de sus padres por el bosque hacia la casa de sus abuelos y recordaban muy bien el camino, casi de memoria. De todas formas, aún no estaban preocupados ni se creían perdidos, mucho menos. Solo siguieron caminando hacia donde la brújula, y Georgi, indicaban. Matt, como siempre, solo se quejaba

Ya llevaban dos horas y veinte minutos de una intensa caminata tratando de cruzar el bosque hacia el pueblo en donde vivían sus abuelos. No habían parado a descansar para no perder tiempo y llegar antes de que empezara a anochecer. Como era invierno, el sol se ponía más temprano que el resto del año, así que tenían aproximadamente unas cuatro horas de luz solar. Incluso tomaron el agua sin detenerse. Bebieron un poco sobre la marcha de sus pasos, cada vez más cansados y extenuados. Matt arrastraba los pies y comenzó a exasperarse al no ver ninguna señal de la salida de ese bosque, ni siquiera un sonido que les indicara que estaban cerca del pueblo de sus abuelos. Georgi le pedía, sin éxito, que se tranquilizara. Lo hacía tratando de que el tono de su voz fuera calmo y sereno, a pesar de que él también estaba empezando a sentirse perdido y con algo de miedo. Matt también estaba asustado de estar perdido, pero jamás lo demostraría, y mucho menos delante de su inútil hermano menor.

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