¿Quieres saber un secreto?

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Bueno, hoy mi hermano encontró un pendrive en una zona de hierba cerca del puerto de mi ciudad. Como no sabe mucho de informática me pidió que se lo formatee.

El pendrive estaba vacío excepto por un documento de Word, en formato .doc. Antes de ponerme a formatear, por simple curiosidad abrí el documento y me encontré con el texto que aparece a continuación.

Pase como media hora en shock por lo que acababa de leer. Incluso hasta me desesperé un poco, porque no sé si lo que van a leer ahora es real o ficticio, pero de verdad, me dio muchísimo miedo.

El pendrive ya está formateado, pero he guardado el documento de Word en mi escritorio para compartirlo con ustedes.

Gracias por leer.

***

Marzo 20.

Hoy velamos a mi hermano. Vinieron mis tías y mis abuelos. Lloraron mucho y mamá se desesperó dos veces y la enfermera (o lo que sea) la tuvo que calmar. Estoy muy triste. Mateo, te extraño mucho. Ojala pudiera estar un ratito más con vos y darte la mitad del chocolate que me encontraste comiendo y que me negué a convidarte. Te extraño. TE EXTRAÑO MUCHO.

Marzo 26.

Parece que todo va a volver a la normalidad en mi casa. Claro, todo menos el hecho de que Mateo ya no está con nosotros. Quizás él no se imagina lo que lo extrañamos. Te quiero de vuelta, hermano. Tu recuerdo no se irá como lo hacen hoy nuestros tíos y abuelos.

Marzo 27.

Sigo pensando en ti, hermano. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te mataste? Si al menos hubieras tenido el valor de hablarlo conmigo. Te hubiera dado un abrazo y te haría olvidar tu problema. ¿Por qué TE MATASTE? Me deja muy triste que hayas decidido eso. Tendrías tus razones, pero nadie las entiende. Me dejaste hecha pedazos.

Marzo 30.

No tengo muchas ganas de escribir. Hoy comencé con esas pastillas que mamá toma para no sentirse tan triste. Pero a mí me duermen. No quiero dormir más. Cierro los ojos a la mañana y me vuelvo a despertar a la noche, como a las once. Voy al baño y cuando salgo miro la habitación de Mateo. Entonces me acuerdo de todo lo que pasó, de cuando papá lo encontró con los brazos cortados y de cuando mamá gritaba sobre el charco de sangre. Nunca lo voy a olvidar. Nunca lo voy a entender.

Mayo 6.

A la mañana estuve en el dormitorio de Mateo. Mamá estuvo allí algunas veces y una noche durmió en su cama. Al día siguiente, fue papá. Y hoy me tocó a mí. No lo hice a propósito, estas pastillas me dejan como un zombi. Simplemente me recosté en su cama y allí quedé dormida. Cuando desperté, sentí mucho, muchísimo miedo. No sé por qué. Me asusta dormir en la cama de mi hermano muerto. Suena muy estúpido. Tal vez la estúpida soy yo. No lo sé. Ahora tengo ganas de seguir durmiendo. Dejaré de escribir y me recostaré en mi cama.

Mayo 12.

Es horrible lo que voy a confesar, pero no sólo he vuelto a meter las narices en las cosas de Mateo, sino que también, he comenzado a leer sus cosas.

En su cuarto hay una pila de cuadernos de la universidad que mamá se rehúsa a tirar. La otra noche los escuché discutir sobre ello: papá quiere deshacerse de casi todo, porque cree que no tiene sentido guardar apuntes que ya no serán usados. Dice que debemos aceptar que él se ha marchado, porque así es más saludable. Yo creo que no debemos tirar nada. Mis razonamientos no tienen sentido, pero no quiero perder nada de lo que él haya tocado alguna vez. Es lo único que me queda... y ni siquiera es suficiente.

creepypastas para no dormirWhere stories live. Discover now