Cementerio asesino

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Correa es un pequeño pueblo de Santa Fe, en Argentina, esta historia viene de años pasados, cuando existían nada mas que calles de tierra, una estación de trenes y una que otras casitas aisladas próximas a dicha estación. La mayoría de la gente del pequeño pueblo realizaba sus labores diarias en el campo, otros en las vías férreas. Este pueblo contaba con boliche o taberna, como lo conocen en otros lados, donde los trabajadores del pueblo solían encontrase a diario cada vez que terminaba la jornada laboral.

Antigua casona de puertas altas, piso de madera y dentro, un grupo de hombres bebiendo y conversando sentados en una mesa, el bolichero del otro lado del mostrador los observa mientras seca los vasos recién lavados cuando uno comienza a jactarse de no temerle a nada.

-Yooo!!!!...yo no le tengo miedo a nada ni a nadie mi amigo, yo soy bien hombre y no le tengo miedo a nada, no soy como usted que vio una luz rara en medio del camino y le metió pata al pobre caballo corriendo como desesperado con los ojos llenos de miedo, ja ja ja. Reía mientras bebía de su vaso.

Se miraron entre todos y comenzaron a reír mientras uno dice. –Vale un trago!!!. Y todos tomaron de sus vasos y continuaron riendo.

El bolichero, esbozó una leve sonrisa torciendo su boca a un lado, sosteniendo la mirada en el vaso que se encontraba secando. Uno de los hombres mira al bolichero, queda en silencio y su sonrisa se le quita por completo, el resto de sus compañeros se percata de ese gesto y giran su cabeza dirigiendo sus miradas hacia el bolichero, quien continuaba con una extraña sonrisa, yo diría burlona mientras miraba a tras luz su impecable vaso que acababa de secar.

-De que te reis Carmona, ¿que acaso te causa gracia que haya dicho que no le tengo miedo a nadie?

El bolichero levanta su mirada y dirige sus ojos derecho al hombre. –No se enoje Reyes, pero creo que no esta siendo sincero con los muchachos y ¿sabe porque le digo? Porque aquí han venido otros hombres y han contado que mas de una vez lo vieron a usted esquivando el camino viejo del cementerio para volver al pueblo, por motivo que se le ha hecho tarde y el sol casi escondido no le dejaba volver por camino tan tenebroso.

Reyes, molesto de impotencia, y ante las miradas de los compañeros que compartían su mesa se levanta en ira tirando su vaso al suelo. -¡Yo no le tengo miedo a nada ni a nadie! Y para que sepan que soy lo que digo les voy a hacer una apuesta a todos aquellos que duden de mi hombría.

Todos quedaron mudos hasta que uno se animo a preguntar. –¿Y cual es esa apuesta Reyes?

Reyes muy enojado con los puños cerrados les dice. –Para que vean que soy bien hombre esta noche voy a ir pasar la noche al cementerio.

Todos lo miraron y a modo de incentivo o mejor dicho, para animarlo a realizar semejante atrocidad, le decían que haciendo eso, todos sabrían que no le tiene miedo a nada ni a nadie.

Asi que salieron los 5 hombres y montando cada uno su caballo partieron hacia el cementerio "Virgen de los Dolores" ya casi con el ocaso a pleno, por el viejo camino adornado a sus costados por una tupida arboleda que causaba frio en la piel con solo mirarla, casi impenetrable a simple vista.

Al llegar a la entrada de esa tierra santa, ya el temor invade las miradas de los muchachos, por dios, nadie quisiera estar en las botas de Reyes, no existe sonido alguno y el aire comienza a sentirse mas frio, se hacen eco a lo lejos algún que otro silbido de una lechuza.

Reyes se descuelga de su caballo, mientras sus compañeros comienzan a mirar hacia todos lados con algo de temor.

–Martinez, dejo atado mi caballo acá, la apuesta termina cuando aparece el primer claro de la mañana, recién ahí puedo irme a mi casa, no se que tanto le tienen miedo al cementerio si están todos muertos acá, esperen a que entre y después se van.

creepypastas para no dormirOnde as histórias ganham vida. Descobre agora