Acto 2: Historiadores. (Editado)

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—¿No era ese el estudiante que trajiste hace un año? —Le preguntó el director Diego a Miguel que lo acompañaba

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—¿No era ese el estudiante que trajiste hace un año? —Le preguntó el director Diego a Miguel que lo acompañaba.

Otros ángeles pasaron detrás de él, formando una luna al frenre mío, espectando la incómoda escena.

Todos visten formal, no son profesores o cargarían el carnet, creo que sólo están por aquí para alguna revisión.

Me llamó la atención, los que tenía uno de las tres personas al lado de Diego; No pareciera un ángel cuando se ha tatuado una luna y un colmillo en su antebrazo.

Diego diego, como siempre peina sus canas hacia atrás, sus mejillas caídas y su papada no cambian, estás bastante viejo.

—Sí, sí lo soy. —Aclaré. —Me dieron ganas de hacer mi tarea de historia.

Diego se acercó para susurrarle algo al oído de su compañero a la derecha mientras Miguel me hacía señas disimuladamente que yo no podía entender.

—Lo dice irónicamente, director. —Le respondió éste.

—Esos libros son sólo para maestros. —Extendió su mano y le tuve que entreguar el libro. —Visita mañana mi oficina para hablar de éste asunto.

Me coloqué de pie, casi doy un golpe en la mesa pero recordé, que he firmado normas de conducta y otro montón de papeles que me impiden faltarles el respeto... Al menos dentro de la institución.

—No, podemos hablar aquí, porque al parecer nadie quiere hablar del tema. —Exigí inclinándome hacia el frente mientras me apoyaba en la mesa.

Todos fijaron su atención en el asunto que se estaba formando, tanto estudiantes, como el profesor que hablaba con la bibliotecaria.

El ambiente se tensó después de lo que solté, tanto que los directivos a sus lados acomodaron sus corbatas o comenzaron a revisar sus teléfonos con tal de fingir distracción.

Diego también se sentía incómodo, le puedo leer fácilmente y siente impotencia tanto como rabia.

—¿Qué haces? —Me susurro Miguel al lado mío.

—Desenterrando la verdad, Miguel.

—A tu edad tal vez pienses que puedes y debes saberlo todo, pero esas son cosas que no te incumben. —Añadió Diego.

—Las personas como tú piensan que todos a su alrededor somos idiotas, pero no lo somos, tenemos cerebro y peor aún, sentidos suficientemente agudos para...

—¡Ya terminó! —Miguel tapó mi boca—Nos retiraremos y no habrá problemas.

Miguel se abrió paso entre ellos, yo lo seguí, mirándome fijamente con el director.

Canalizó todo su odio ennsus ojos llenos de bolsas y arrugas.

—¿Soy yo el único que tiene dudas de tí? —Dijo el director detrás mío. —Llegaste aquí acompañado de dos arcángeles y nunca escuché tu nombre anteriormente.

Ángel Oscuro| Hijos Del Cielo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora