Acto 2: Problemas. (Editado)

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—El último en ingresar fue el Arcángel Raguel, dijo que se le había quedado algo

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—El último en ingresar fue el Arcángel Raguel, dijo que se le había quedado algo. —Se escuchaba sobre nosotros.

Las palabras del hombre me hicieron alejarme de las escaleras y buscar con la mirada algún lugar donde ocultarme.

Aparte de cuatro tumbas cerradas, no había lugar posible donde escondernos.

El lugar estaba oscuro y húmedo, cualquier espacio quedaría iluminado en cuanto ellos bajaran.

Sentí una sensación fría apoderarse de mi estómago, el sonido de las gotas cayendo se hicieron más notorias, ellos entrarán y me encontrarán aquí.

Al plano Espiritual. —Susurró Raguel.

—¿Dónde estás? —Miré alrededor y no había nadie, lo que casi hace que me desmaye.

Pasa a la forma Astral. —Ordenó impaciente.

—Lo intento. —Cerré los ojos e intenté ralentizar los latidos de mi corazón lo suficiente para pasar al plano astral.

Sentí una mano en mi hombro y de un momento a otro las cosas tomaron una tonalidad grisácea.

Todos los objetos de la sala adoptaron tonalidades balmcas, negras y grises; En el aire se pueden ver muchas partículas flotando como polvo y daba la sensación de estar debajo del agua por la dificultad para escuchar, moverse y ver las cosas que si te distraías, se distorsionaban.

Nos movimos al fondo del lugar, para evitar que nos vieran, cuando nos movilizamos mas partículas fueron formando un rastro que era la esencia de nuestra alma de la que hablaba el profesor de Dimensiones.

De las escaleras bajaron Diego y el celador, Diego mantenía una expresión suspicaz y el celador de preocupación, tal vez por su empleo...

—Todavía están aquí. —Comentó Diego observando en nuestra dirección.

Le di una mirada a Raguel, sólo negó con la cabeza y se mantuvo callado.

Me tomé los codos para mantenerme quieto e intentar tranquilizarme o si no, terminaría hiperventilando.

No te muevas...

—¿Están? —Preguntó el celador, arqueando una ceja.

Diego continuó a paso lento inspeccionando el lugar con lámpara y su mirada perspicaz.

—Sí, los siento... Justo... —Rotó lentamente la mirada. —Aquí.

Me tomó del cuello, tuve miedo, pues me había sacado del plano astral a su antojo.

—Tenía dudas... Tenía. —Musitó Diego a través de su sonrisa vengativa.

—Suéltalo. —Intervinó Raguel sacando una pequeña daga de su mochila. —Yo lo he traído. —El arma, de fina punta y piedras rojas incrustadas en su hoja, apuntaba al cuello de Diego.

Ángel Oscuro| Hijos Del Cielo IWhere stories live. Discover now